Otro trago para el sanchismo
Andalucía no va a marcar el posible fin de ciclo de Sánchez, pero sí puede desencadenar más inestabilidad en el PSOE, con una tendencia difícilmente reversible ya para el sanchismo
Se equivocaría mucho el Partido Popular si incurriese en el triunfalismo y la autocomplacencia con la encuesta que hoy ofrece ABC para las elecciones andaluzas del próximo domingo. El sondeo, realizado por GAD3, sitúa al PP con 53 escaños, a solo dos de la mayoría absoluta, el pronóstico más favorable para los populares hasta la fecha. Sin embargo, aunque al abrirse las urnas los resultados del PP fuesen esos y le permitiesen gobernar en solitario, necesitaría apoyos externos de Vox para aprobar las leyes más relevantes, como los presupuestos, ya que Ciudadanos no obtendría ningún escaño. Esta es otra novedad que ofrece el sondeo, ya que la inmensa mayoría de encuestas siempre conceden a Ciudadanos hasta cuatro escaños. A su vez, el PSOE repetiría sus actuales 33 escaños, lo que supondría en cualquier caso una derrota llamativa de su candidato, Juan Espadas, lastrado por la sombra de Pedro Sánchez y por su gestión a escala nacional.
No en vano, y aunque es evidente que buena parte de los votantes acudirán a las urnas en clave específicamente andaluza, también estos comicios tienen un amplio componente de plebiscito y castigo al sanchismo. Vox sería la tercera fuerza en el Parlamento andaluz, con 16 escaños, cuatro más que los actuales, aunque sufriría un cierto estancamiento respecto a algunas previsiones demoscópicas que lo sitúan casi en el doble de su anterior resultado.
Más allá de la aparente certificación de la desaparición de Ciudadanos, lo que generaría un terremoto interno contra el liderazgo de Inés Arrimadas, el desplome más llamativo es el de la extrema izquierda. Acudir dividida en dos partidos a los comicios -Por Andalucía y Adelante Andalucía- demuestra que su electorado no solo está fragmentado, desmotivado y desmovilizado, sino que la ilusión que llegó a generar en amplios sectores de la sociedad tras el 15-M está desapareciendo por completo. La izquierda radical se resta a sí misma, y el resultado es de suma cero. Entre los dos partidos logran solo siete escaños, prácticamente irrelevantes salvo para garantizar a unos pocos cargos podemitas cuatro años más de cómodo asueto parlamentario.
El vuelco social, económico y político que el Gobierno del PP y Ciudadanos ha dado a Andalucía en la última legislatura va a ser premiado. Más allá de este sondeo de ABC, parece un pronóstico bastante común que el PP obtendrá más escaños que toda la izquierda junta, y que la mayoría que sumaría junto a Vox será más que suficiente para gobernar con holgura. Cuestión distinta es cómo puedan entenderse a posteriori Juan Manuel Moreno y Macarena Olona, o si Vox mantendrá la exigencia de entrar en el gobierno andaluz en cualquier caso. Pero en clave eminentemente nacional, Andalucía puede convertirse en un serio problema para Pedro Sánchez. Primero, porque sería la confirmación de que su marca electoral está seriamente erosionada; segundo, porque se percibirá una movilización amplia de la derecha en contraste con la abstención que probablemente se produzca entre el electorado de izquierda carente de ilusión; y tercero, porque la espiral del llamado voto útil, ya sin Ciudadanos en el escenario, beneficiará a la derecha con un efecto contagio en los próximos procesos electorales. Andalucía no será en sí misma la que marque un posible final de ciclo de Pedro Sánchez, porque ese factor se contemplará con mayor claridad en las autonómicas y municipales de mayo del año que viene. Pero sí puede convertirse en el desencadenante de más nervios e inestabilidad en el PSOE, porque la tendencia parecerá difícilmente reversible ya para el sanchismo.
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