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lunes, 20 de junio de 2022

EL PSOE FINGE CALMA ANTE UN DESCALABRO HISTÓRICO DEL QUE CULPA A LA DESMOVILIZACIÓN.

 El PSOE finge calma ante un descalabro histórico del que culpa a la desmovilización

Los socialistas empeoran el resultado de Susana Díaz pero confían en que el batacazo no se traslade a las generales

El PSOE aparenta tranquilidad ante un batacazo histórico como el vivido en las elecciones autonómicas andaluzas, con pocos o ningún precedente en la centenaria historia del partido. Tranquilidad y falta de sorpresa. La tesis que trasladan fuentes socialistas a nivel nacional es que la campaña estuvo siempre perdida y que el candidato Juan Espadas nunca pudo hacer nada por remontarla ante un electorado enormemente desmovilizado. Pero a partir de ahí, tratan de ver el vaso medio lleno, y minimizan el impacto que la debacle de los socialistas andaluces, por debajo incluso del resultado obtenido por Susana Díaz hace cuatro años, pueda tener en el futuro, sobre todo en las próximas elecciones generales, en las que Pedro Sánchez se juega su reelección.

«¿Cómo va a tener la victoria del PP en Andalucía una extrapolación a nivel nacional, si Moreno [Juan Manuel] lo que ha hecho es esconder las siglas?» reflexionan en forma de interrogación retórica en Ferraz, donde la cúpula del partido, a excepción de Sánchez, que se quedó en la Moncloa, siguió este domingo el recuento electoral, encabezados por el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y por la número dos del partido, Adriana Lastra.

Pero en el cuartel general socialista aducen otro argumento para mantener el optimismo ante una derrota sin paliativos en uno de sus feudos históricos, allí donde gobernaron casi cuarenta años y donde siempre presumieron de una imbricación con el territorio como en ninguna otra región de España. Los socialistas pierden casi doscientos mil votos y tres escaños con respecto a 2018 y se resignan a ver un mapa, el de las ocho provincias andaluzas, teñido completamente de azul, el color del primer partido del centroderecha. Algo absolutamente impensable hasta hace bien poco en un lugar donde los socialistas gobiernan aún la mayoría de ayuntamientos y diputaciones provinciales. Una derrota sin paliativos que creen que tiene su origen en la desmovilización del electorado andaluz progresista, tanto el suyo como el de las formaciones más a su izquierda. Y de esa apatía ante la cita con las urnas culpan, paradójicamente, al hecho de que el PSOE esté en el Gobierno central, en coalición con Unidas Podemos. Lo explican así: «Nuestros electores están contentos con la gestión a nivel nacional, y eso les hace desmovilizarse en otras citas, pero en las generales eso no será así» construyen su particular cuento de la lechera. «Sin la movilización de la izquierda, es muy difícil parar a la derecha» sintetizaba no en vano el propio Espadas al poco de iniciar su discurso de la noche electoral

Mucho más allá iba Lastra, en su discurso sin preguntas desde Ferraz, donde señalaba directamente a Moreno con duras palabras: «El dato de participación, con un registro bajo, muestra que Moreno Bonilla ha planeado unas elecciones con baja participación. Es una prueba de lo que confía en los andaluces».

Pero a nadie se le escapa que sin un muy buen resultado del PSOE en las provincias andaluzas es muy difícil que un presidente socialista pernocte en La Moncloa. Los escaños andaluces representaron alrededor de una quinta parte del Grupo Socialista tanto con Felipe González como con José Luis Rodríguez Zapatero y ahora con Sánchez. Y que el PSOE, por ejemplo, no haya sido por primera vez en la historia de la democracia el partido más votado en Sevilla y Jaén el 19-J no es un dato que el partido pueda blandir como esperanzador de cara a las elecciones a nivel nacional que, de no adelantarse, tendrán lugar entre finales de 2023 y principios de 2024.

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