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domingo, 17 de abril de 2022

INMIGRACIÓN ILEGAL CRECIENTE.

 Inmigración ilegal creciente

Nuestras fronteras seguirán a merced de Rabat y de su manipulación de los inmigrantes. Y de momento, la inmigración ilegal sigue creciendo

España, la frontera sur de Europa, continúa experimentando un continuado proceso al alza de entrada de inmigrantes ilegales, bien sea a través de Ceuta y Melilla, bien sea a través de Canarias. Tal y como avanza hoy ABC en un detallado informe, los saltos de la verja que separa Melilla de Marruecos, unidos a la llegada indiscriminada de pateras con subsaharianos desesperados a bordo, han disparado un 35 por ciento la inmigración ilegal. Canarias además vuelve a concentrar la mayoría de las llegadas a nuestras costas, que crecieron hasta un 71 por ciento respecto a año pasado, y las cifras totales anuales que contabiliza Interior están todavía en el aire por su inexactitud ya que el ministerio sigue sin incluir los más de 10.000 que la pasada primavera llegaron a nado a las playas de Ceuta impulsados por Marruecos para presionar a España.

El fenómeno, por tanto, continúa de modo masivo, a la espera de que el nuevo acuerdo del Gobierno con Rabat permita al menos que Marruecos deje de chantajear a nuestro país de modo recurrente y estratégico. El giro drástico dado por La Moncloa a nuestra política exterior con el país vecino, cediendo en nuestras posiciones tradicionales de medio siglo respecto al Sahara, y reconociendo de modo implícito la soberanía de Marruecos sobre ese territorio, debería persuadir a ese país de utilizar las mafias migratorias a conveniencia para tensionar las relaciones con España. Sin embargo, eso se verá con el discurrir de los meses. Por el momento, la llegada del buen tiempo amenaza con volver a inundar el Atlántico y parte de Mediterráneo de pateras y cayucos.

Aparte de la utilización de las mafias como modo de presión por parte del Gobierno marroquí, son varios los factores que siguen perpetuando la llegada de una inmigración ilegal. Primero, la búsqueda de una salida de miles de personas a la miseria de sus países en busca de una vida mejor. Segundo, la percepción de una débil política migratoria en el ámbito de la UE, incapaz de hallar soluciones para un drama humanitario que se ha convertido en una auténtica invasión para generar un problema político y otro social de indudable magnitud. Tercero, la certeza para los inmigrantes de que la lentitud administrativa de Europa en general, y de España en particular, siempre son una ocasión para permanecer en nuestro país en busca de oportunidades. Siempre preferirán las incomodidades de un centro de internamiento de inmigrantes a las penalidades vividas anteriormente, y siempre preferirán la incertidumbre de lograr un permiso temporal de residencia, a otra incertidumbre, por ejemplo la de saber que en sus países están perseguidos o carecen de opciones siquiera de mantener a sus familias.

Además, en España hay un cierto agotamiento de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ante las avalanchas masivas. Lo mismo ocurre con los medios de que disponen para combatir la inmigración ilegal, que no siempre les protegen como debería ser. Es evidente que el discurso del Gobierno es uno, buenista, incluso acogedor, revestido de falso humanitarismo, pero los hechos son diferentes. El mismo Gobierno que iba a derogar las llamadas expulsiones en caliente reguladas en la ley de Seguridad Ciudadana, las aplica en mayor número que otros gobiernos anteriores. A lo sumo, la reforma de esa ley solo está sirviendo para debilitar a nuestras fuerzas de seguridad. Por eso, al Gobierno le sobra su discurso triunfalista tras haber claudicado ante Marruecos. Nuestras fronteras seguirán a merced de Rabat y de su manipulación de los inmigrantes. Y de momento, la inmigración ilegal sigue creciendo.

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