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sábado, 23 de abril de 2022

DÍA DEL LIBRO EN MADRID,MAS PALABRAS QUE MASCARILLAS.

 Día del Libro en Madrid, más palabras que mascarillas

A pesar del mal tiempo, los madrileños cumplen con la tradición de visitar sus librerías. Algunos, incluso, con una rosa

El Día del Libro, nuestro San Cervantes particular, tiene en Madrid sus ritos. Ritos más relajados que en Barcelona, donde todo es más reglado en lo consuetudinario -la costumbre- y en las calles. Acaso porque precisamente con la rosa y el libro de San Jordi se da la bienvenida literaria a la consagración de la primavera. El 23 de abril de 2020, tres días después de que se levantase la prohibición de la mascarilla en interiores, sale un día desapacible en Madrid. Nubes y claros, nubosidad variable, como se titulaba aquella novela de Carmen Martín Gaite.

En uno de los últimos quioscos de Madrid según se va hacia La Coruña, Javier plastifica ediciones nuevas y ediciones antiguas de Destino.


Asoman algunas gotas y es que «no es plan de que el lector en vez de un libro compre una babucha». Y se descubren, entre las ofertas de estampas de futboleros, unas ediciones áureas de los poetas del 27, 'Viaje al fin de la noche' y unas rosas que no se venden pero que están colgadas con celo en el quiosco «por dar ambiente», como «hacen los catalanes». Consígnese aquí que los kioscos como el de Javier son como una suerte de 'La Barraca', que vienen a democratizar los clásicos. A precio de saldo y en el buen papel en el que antes se confeccionaban las obras maestras y hasta los cómics de Marvel.

En la Librería Alberti hay, desde primera hora, una energía especial. Pese a la miríada de charlas y mesas redondas que han preparado las Autoridades pertinentes, los libreros saben que es su día y así Lola Larumbe, el alma mater del negocio, va asumiendo el 23 de abril, festividad de San Jorge y día grande en Castilla y Aragón, con una energía especial, sintiendo «un muy buen ambiente» que ya se notó «el año pasado», y hasta en plena pandemia, cuando las tecnologías trataron de minimizar esa orfandad de no poder homenajear a ese lector objeto de deseo.

Y triunfó Irene Vallejo. En la Alberti se está celebrando el primer Día del Libro sin Almudena Grandes, que fue clienta dilecta de esa casa, que es también un centro social de las Letras a cuatro pasos del tráfago de Princesa, esa calle por donde Francisco Umbral vino a la conquista de su Madrid. El Madrid literario. Y en su puerta, con mascarilla de precaución, se van mezclando lectores y niños, que tienen un taller abajo, donde alguna vez el arribafirmante coincidió con Armando López Salinas o Álvaro Pombo. Más tarde Manuel Rivas habría de presentar su último libro en ese no frenar del 23 de abril de 2022.

Pero el día, frío como camastro de poeta, tiene que tener otras gentes, otros lectores y otros géneros. En la puerta de unos grandes almacenes, un partido político hace proselitismo de lo suyo con tembleque, bajo una carpa donde los afiliados no venden libros, sino programas, que es una literatura mínima y sintética y para los muy convencidos.

El recorrido del Día del Libro ha de reflejar su alma alternativa, y en La Casa Encendida se celebra el evento 'Libros mutantes', donde todo fanzine, comic, joya autoeditada o revista erótica tuneada tiene su asiento. Garikoitz Fraga («ocho apellidos vascos y ocho gallegos») tiene media mesa donde junto a un libro de Heine guarda una historia de los vascos pintada a bolígrafo y a tenazón. «Arte bruto», que le llama, mientras muestra su catálogo y se presenta como un «comisario más de libros que de arte».

Y allí, en su chiringo, un público variopinto comprueba el «precio ajustado» de su género. Por cortesía de la casa regala una revista erótica con las vergüenzas tapadas de musas y museos de finales de los 80, que debe ser un arte, y la ruta pone rumbo a la librería Antonio Machado, en Las Salesas. Allí, Aldo García reconoce «los dos días de fiesta» que le han regalado los lectores. Una joven se agacha, con una rosa tupida y un abriguillo de entretiempo entre volúmenes de poesía. Ha habido en las horas buenas 'overbooking' en la remozada librería. Día de lluvia y de libros en Madrid.

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