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sábado, 13 de enero de 2018

NO PODER VIVIR SIN EL MÓVIL EN LA MANO.

 

Colgados de la vida 'online', las nuevas (y graves) adicciones.
  • Vivir pendiente de los 'likes' en Instagram, comprobar Wallapop nada más despertarse o comprar 'online' en mitad de la noche. Son síntomas de la adicción a Internet, y especialmente a las redes sociales, que cada vez sufren más personas en todo el mundo. Un problema que puede llegar a colapsar su día a día.
'Black Mirror' es una de las series de moda de Netflix. Engancha y da pavor a partes iguales, probablemente porque sus inquietantes capítulos sobre una sociedad dominada por las nuevas tecnologías nos resultan extrañamente familiares.
Natalia (nombre figurado) se sintió especialmente identificada con 'Nosedive', la entrega que inauguraba la tercera temporada, que plantea un futuro en el que todas nuestras opciones en la vida, desde el trabajo a las amistades pasando por la vivienda o el ocio, dependen de nuestra puntuación en una red social que sustituye al carnet de identidad y en la que todo el mundo está registrado. Así, cualquiera puede calificarnos en cualquier momento del día sobre cualquier cosa que hagamos, y viceversa: podemos puntuar a quien queramos. Cuantos más puntos, más privilegios en la vida. Cuantos menos, menos privilegios, ostracismo social e incluso cárcel si uno se sitúa por debajo de una determinada barrera de puntos. Resultado: todo el mundo quiere quedar bien con el otro y nadie se muestra como es. Además, la venganza está servida a golpe de clic.
"Aunque sea un escenario de ficción y futurista, yo me sentía así", explica Natalia, "miraba constantemente Facebook, Instagram, y de la misma manera que muchos 'likes' a una foto o un 'post' eran un subidón, lo contrario me dejaba como vacía, mal, y le daba muchas vueltas. Pensaba que se trataba de algo personal. Lo primero era un éxito y lo segundo un fracaso. Pasaba un montón horas pendiente del móvil, y al final, aunque lo tuviera en modo vibración, incluso me despertaba por la noche si sonaba un aviso. También tuve algún encontronazo con gente en Facebook, disputas que creo nunca hubiera tenido en la vida real".
Madre de dos niños, empleada en una gran multinacional y con una vida aparentemente plena, esta catalana de 44 años es consciente ahora, y tras casi un largo año de terapia, de su enganche a las redes sociales y de cómo estas dominaron su vida durante un tiempo: "Si iba al gimnasio colgaba algo en Facebook, cuando salía de viaje también, en mi cumple, en el de mis hijos... Ni mi vida profesional ni mis amistades reales dependían de cómo era en las redes sociales, pero yo creía que sí".
Sin llegar a ese extremo, el uso de las redes está generalizado hoy en día. Por eso hay que preguntarse dónde empieza lo patológico. Una persona que hace un uso normal de ellas cuelga de vez en cuando una foto que considera bonita o interesante, o un 'post', de forma no premeditada, explica Alberto Nevado, psicólogo experto en nuevas tecnologías y vicepresidente de Psicólogos Sin Fronteras: "El adicto sale de su casa pensando en colgar algo, se sobreexpone públicamente y los 'likes' provocan que su conducta se reproduzca más y más". El comportamiento de Natalia confirma esta pauta. Y también que llegó a confundir realidad y ficción, "una de las principales características de los adictos a las redes", añade Nevado. "Conozco a gente que ha comprado 'packs' de 'likes' para publicaciones personales, y no estamos hablando de campañas publicitarias o de marketing de una empresa", dice.
Este comportamiento ya ha sido tipificado como adicción a las redes sociales. Y especialmente proclives a sufrirla son los adolescentes: en España afecta a 50.000, según la Asociación de Usuarios de Internet. Y no solo eso: casi un millón se encuentran en riesgo de padecerla. "Son grandes acumuladores de refuerzos sociales, pues su personalidad aún se está formando. Incluso en un ambiente normal, necesitan estímulos externos. En su caso los padres son el gran ejemplo. Si los niños los ven todo el día con el móvil, ellos harán lo mismo. No se puede esperar que un hijo lea si los padres no lo hacen".
De todas formas, este tipo de adicciones puede darse a cualquier edad, y no se presentan solas. La psicóloga estadounidense Kimberly S. Young, una de las pioneras en el estudio de la adicción a internet en el mundo, ha llegado a acuñar un nuevo término, 'Facebook Moms', o 'Mamás Facebook', para designar a las mujeres que, agobiadas por la carga laboral y familiar, encuentran en esta red una vía de escape y acaban enganchadas a ella. Llegan a relegar responsabilidades familiares o laborales, e incluso desatienden a sus hijos.
También Wallapop y otras webs y aplicaciones de compraventa 'online' causan cada vez mayor adicción tanto en hombres como en mujeres. Según una encuesta realizada por la OCU entre 2.000 personas, un 74% afirmaba haber comprado alguna vez en internet. Pero no es solo lo que adquieren sino la cantidad de veces que miran la aplicación lo que llama la atención.
Para algunas personas, como Victoria C., comprobar Wallapop es lo primero que hacen por la mañana. Según los psicólogos es el principio de gratificación instantánea lo que provoca tal comportamiento. "Cuando pones a la venta tu primer objeto, que tenías arrinconado en el trastero, y te lo compran, el sentimiento de satisfacción, por pequeño que sea el precio, es tremendo", cuenta Victoria.
"A partir de entonces empecé a anunciar muchas cosas más", agrega, "y que te pongan valoración con estrellas supongo que ayuda a que estés pendiente. Si consigues una buena puntuación es un doble chute".
El hecho de que las webs de compra 'online' como Amazon o Yoox estén siempre abiertas, añaden los terapeutas, ayuda a que su uso acabe siendo una vía de escape. Y cuanto más vacía la propia vida, mayores posibilidades hay de que estas páginas te enganchen. Generalmente quien se vuelve dependiente arrastra un conjunto de problemas relacionados con la autoestima, puntualiza Nevado: "Puede ser un narciso que usa las redes para potenciar su imagen, o personas que buscan autoafirmarse, que necesitan un refuerzo. Comen algo, lo cuelgan en una red social y obtienen 200 'likes'. Crean una trama de amigos ficticios, y eso les reafirma".
Otros síntomas de esta adicción son el congelamiento emocional o la dificultad para gestionar las emociones fuera de las redes, en el cara a cara, así como la negación del problema, como sucede en otras adicciones, entre ellas el juego, las compras o las drogas. De hecho Proyecto Hombre, que nació para ayudar en los problemas con el alcohol y las drogas, ha lanzado el Programa Para Adicciones Sin Sustancia, al que se apuntan cada año cientos de afectados.
El problema es especialmente grave en Corea del Sur, donde hay ya más de cien clínicas especializadas. Otros países tienen campamentos de ayuno de internet, como Japón o Alemania, y en Estados Unidos se abrió en 2013 el primer centro de tratamiento hospitalario para adicción a las Nuevas Tecnologías. Alberto Nevado trata casos por toda España, desde grandes ciudades a zonas rurales, donde hay personas que viven recluidas y utilizan Facebook y Twitter como vía de escape.
Otra característica de los enganchados es la llamada 'memoria eufórica', que se caracteriza por ser poco selectiva y recordar únicamente los buenos momentos en las redes. Nevado señala que "algunos son muy activos 'online' y cualquiera de sus comentarios recibe 2.000, 3.000 'likes'. Pero cuando se les invita a confrontar el mundo imaginario con el real en terapia, se produce el choque".
Por lo general, a los adictos les cuesta reconocer que lo son. Así ocurrió con Natalia: "Mi marido me dio el primer toque cuando vio que había tenido dos enfrentamientos en Facebook. Te tomas cualquier cosa que la gente escribe muy en serio precisamente porque crees que es la vida real. Yo le decía que lo tenía todo controlado. Él ya sabía que no, y empezó a informarse". Hoy en día está contenta de haber pasado sus primeras vacaciones sin móvil desde hace muchos años. De no depender más "de un trozo de plástico que me estaba robando la vida", en sus propias palabras, como lo ha hecho durante los últimos siete años. Al final, reconoce, se dio cuenta de que estaba sola en un mundo hecho de píxeles. Al más puro estilo 'Black Mirror'.
OTRO PROBLEMA DE LAS NUEVAS TECNOLOGIAS QUE NOS HACEN MAS INDIVIDUALISTAS,MENOS EMOCIOMALES Y SOLIDARIOS.

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