Don Juan Carlos junto a su hermano el Infante Don Alfonso en septiembre de 1950
Las amarguras de ocho décadas.
Quienes más le debían intentaron atacar miserablemente la institución.
Media vida de reinado deja por el camino muchas amarguras y sinsabores. Don Juan Carlos ha tenido al menos media docena de ellas especialmente señaladas. Éste es un intento, inevitablemente imperfecto, de señalar las más relevantes.
1 La muerte del Infante Don Alfonso
Hubo un antes y un después en la vida de Juan Carlos de Borbón. «Un Jueves Santo 29 de marzo de 1956 la muerte rondaba Estoril y quedó atrapada en el cañón de una pistola. Contaba el Infante Don Alfonso 15 años y tenía los ojos puestos en la Escuela naval de Marína», según recordaba en ABC Clara Isabel de Bustos con ocasión de la inhumación de los restos del Infante en el Escorial el 15 de octubre de 1992. La tragedia de aquella muerte cuando dos hermanos estaban jugando marcó indeleblemente la vida de Don Juan Carlos. Y aquel acto de entrega por parte de Don Juan de los restos de su hijo menor el Infante Don Alfonso al prior del monasterio, don José Luis del Valle, antecedió en apenas seis meses a la entrega por parte de Don Juan Carlos de los restos del Conde de Barcelona al prior escurialense.
2 Entre Franco y Don Juan
El 25 de agosto de 1948 el jefe de la Casa Real y el Caudillo se entrevistan en alta mar abordo del Azor, el barco de recreo de Franco. Se discute la futura educación de Don Juan Carlos. Don Juan acepta que sea en España y pactan los tutores del Príncipe. El acuerdo se rompió un año después, pero el Príncipe regresó en 1950. Disfrutó los años de instrucción en las academias militares, pero su paso por la Universidad vino acompañado del acoso de los falangistas y miembros más radicales del Movimiento Nacional. Ante ellos, el Príncipe de Asturias se sentía especialmente indefenso.
3 Proclamación como sucesor
Tras su matrimonio con Doña Sofía, del que Franco sólo fue informado, llegan los años que llevan a la proclamación de Don Juan Carlos como sucesor a título de Rey. Ello creó tensiones previas y posteriores con Don Juan con quien hubo un roce especialmente duro porque Don Juan Carlos le dijo que no sabía nada de los planes de Franco la víspera de que Franco le anunciase que era el sucesor y lo hiciera público sin dar tiempo al Príncipe a advertir a su padre. Don Juan y Don Juan Carlos estuvieron seis meses sin hablarse.
4 Preparando la sucesión
Entre los años 1972 y 1975 Don Juan Carlos tiene que preparar la sucesión casi desde la clandestinidad. Un grupo de amigos de la máxima confianza lleva a Zarzuela a personas mal vistas por el régimen. Sólo ellos, Doña Sofía y el marqués de Mondéjar saben de esos encuentros. En esa época accedían por una entrada en La Florida en la que sólo había un guarda forestal. Lo hacen los fines de semana cuando no están en palacio ni el general Alfonso Armada ni el jefe de la seguridad, Gregorio Ayuga, apasionado por el Príncipe, pero franquista recalcitrante. Por allí pasan los hermanos Javier y Luis Solana, Jordi Pujol, Leopoldo Torres, Gregorio Peces-Barba, Francisco Pinto Balsemao –ya un notable opositor a Marcelo Caetano– o muchos otros como el viejo José María Gil-Robles, que después de haber pertenecido al Consejo Privado del Conde de Barcelona en el exilio de Estoril, regresó a España en 1953 y no fue llamado a visitar al Príncipe hasta 1974. La oposición era un mundo desconocido para Don Juan Carlos. Había tenido visiones alternativas fuera de España, pero no dentro. En 1972, el marqués de Santa Cruz, embajador de España en Londres, le había organizado en casa de la Princesa Alejandra de Kent, una cena con miembros del gabinete conservador de Edward Heath. Para ellos la única pregunta –a la que debía responder «sí» o «no»– era si iba a restaurar la democracia. Lo demás era ancilar. Ése era el reto. Pero Franco no podía conocer sus contactos.
5 Ni de unos, ni de otros
El 22 de noviembre de 1975 Don Juan Carlos se asomó al vacío. Ese día fue proclamado Rey de España. El número de sus partidarios era muy escaso. Todo tenía que hacerlo él ayudado por dos leales: Torcuato Fernández-Miranda primero y después Adolfo Suárez. Pero en verdad él sería el motor del cambio, lo que se puso de manifiesto con la legalización del Partido Comunista, que promovió él a instancias de Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt. Días después de hacerlo, Don Juan cenaba con amigos en la casa del conde de los Gaitanes y al hilo de cómo había gestionado el Rey la legalización confesó a un íntimo de la familia: «me estoy emocionando porque no esperaba esto de Juanito.» Son los años en los que Don Juan Carlos camina en el alambre. La izquierda le sentenció en el primer minuto cuando Santiago Carrillo le bautizó «Juan Carlos el Breve». El sector más inmovilista del régimen vio confirmadas sus sospechas. Y buena parte de la UCD venía del Movimiento, gentes contra las que Gil-Robles había prevenido a Don Juan Carlos en 1974 diciéndole que no podía contar con nadie que hubiera tenido el más mínimo contacto con el franquismo. Hasta el 23-F Don Juan Carlos no consiguió quedar por encima de todos. A partir de ahí, empezaron los que quizá hayan sido los mejores años de su vida.
6 La ingratitud y la miseria humana
No hay espacio en estas páginas para enumerar los éxitos y el triunfo de España que se encarnó en el reinado de Juan Carlos I. Él probablemente cometió el error de centrar la institución en su persona y no en asentarla divulgando los valores que encarna la Monarquía. Por lo tanto, quienes más le debían intentaron atacar miserablemente a la institución denunciando las debilidades que, como todo ser humano, tuvo Don Juan Carlos. Acosado desde dentro y desde fuera, el 19 de junio de 2014 abdicaba en Felipe VI. Desde entonces lleva la vida de un jubilado con muchos amigos que quieren contar con su presencia en todo tipo de actos. Pero siempre a disposición del Rey para hacer lo que se le ordene.
UNA VIDA MISTERIOSA CON MUCHOS OSCUROS Y CORTESANOS AGRADECIDOS, EL SOMBRAJO DE UNA CORRUPCION QUE SE EXTENDIÓ POR UNA DEMOCRACIA JOVEN.
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