Turquía dice haber cerrado el paso a Siria a 325 españoles «afiliados a Daesh»
Expertos alertan del «resentimiento» de los que fracasaron al tratar de unirse al califato.
El Gobierno de Turquía impidió la entrada a su territorio de 325 individuos de nacionalidad española por considerarles «afiliados a Daesh» que podían cruzar la frontera con Siria para unirse a la movilización yihadista. Fueron interceptados en el marco de una estrategia de inteligencia contra el terrorismo y el crimen organizado puesta en marcha a partir de abril de 2014 para «evitar las amenazas de seguridad» creadas por los combatientes extranjeros alistados en el autodenominado Estado Islámico en tránsito hacia las zonas de conflicto y de regreso de ellas. El recuento de estos «sospechosos», -que Turquía cifra en 7.928 en Europa, 53.781 en todo el mundo, que luego «envió a sus países de origen»- reclama atención sobre la existencia de lo que los investigadores señalan como el importante grupo de «frustrados» que se prepararon mentalmente para convertirse en guerreros de Daesh, pero fueron frenados en su intento, una gente que, alertan, «buscará otras vías para cumplir sus objetivos».
El dato de estos 325 que vieron su ruta interrumpida consta en el informe «La lucha de Turquía contra Daesh» del Ministerio del Interior turco fechado en julio, coincidiendo con la gran victoria para el colapso del califato que supuso la liberación de Mosul, y figura como una categoría aparte de los entre 204 y 220 españoles o residentes en España que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado saben positivamente que se han llegado a introducir en Siria e Irak. También es un cómputo separado de los que 21 que Turquía ha arrestado y deportado a nuestro país, la mayor parte las veces atendiendo a ordenes internacionales de detención (OID) previamente emitidas desde Madrid.
Lista de «no entrada»
Sobre las identidades o circunstancias de esos 325 individuos, el Ministerio del Interior y el de Asuntos Exteriores han asegurado a este diario que no hay traslado oficial por parte de Ankara, «cuya colaboración en materia de lucha contra el yihadismo ha pasado por distintas fases... ha existido en unos momentos, en otros no», explica un especialista del ámbito judicial, que precisa además que cuando se habla de «españoles» se puede estar mezclando personas de otra procedencia que residan aquí.
A juicio de las fuentes de lucha antiterrorista consultadas, no se descarta que en esa lista de «no entrada» de Turquía pueda contarse «algún miembro de ONG o incluso periodistas», pero también sin duda combatientes, «algunos que han intentado unirse a las fuerzas kurdas para luchar contra Daesh y, como no, gente que iba a hacer la yihad o familiares de los que estaban haciéndola en Siria e Irak que iban a visitarles, muchos con sus hijos, para estar allí con ellos unos meses... aunque algunos terminaban quedándose para siempre».
Richard Barrett, ex agente de inteligencia británico y jefe durante una década del Equipo de Vigilancia de Al Qaida de la ONU firma un reciente análisis sobre la amenaza de Daesh posterior a su derrota en Siria e Irak que afirma que existen pocas dudas de que ese «grupo o algo similar sobrevivirá» a pesar de la pérdidas territoriales, y alerta de la peligrosidad que representan los que trataron de incorporarse a la lucha en el califato sin éxito por que fueron frenados antes de llegar. De ellos se destaca la mezcla explosiva del «sentimiento de fracaso y resentimiento hacia las autoridades», que les llevará a cambiar de planes y encontrar otros caminos para alcanzar sus fines. Como ejemplo, se cita la experiencia del decapitador Mohammed Emwazi, apodado «yihadista John», que primero intentó entrar en Somalia para unirse a Al Shabbab, pero como fue deportado desde Tanzania tuvo que pensar en otro destino y eligió Siria, donde se dedicó a cortar la cabeza de rehenes de Daesh. Adel Kemiche, uno de los jóvenes que degollaron a un sacerdote en 2016 en una iglesia de Normandía (Francia), también había intentado acceder a Siria dos veces, a través de Alemania y de Turquía.
Los extranjeros
Los yihadistas «autóctonos», mentalizado para actuar en el país donde viven y sin pensamiento de ir a los territorios del conflicto, son otro grupo de riesgo en la era poscalifato muy a tener en cuenta para este estudio, además de un reto, como también lo representan los «retornados» de Siria e Irak, muchos de los cuales «seguirán comprometidos con la modalidad de yihad violenta popularizada por Daesh y Al Qaida».
Hay constancia del regreso de 34 españoles o personas que partieron de España que han estado en los territorios del conflicto, de los que una veintena estaría en libertad aquí o en otro país, lo que incluye mujeres y niños. La baja cifra no debe llamar a engaños, en tanto el espacio Schengen ha borrado las fronteras interiores de Europa, donde la Red Europea para la Concienciación de la Radicalización (RAN) estimó antes del derribo del califato que han vuelto el 30% de los alrededor de 5.000 residentes que fueron allí. Solo Francia cuenta unos 300. Más allá, el vecino Marruecos otros 236 y Túnez más de 800.
Sobre su grado de riesgo, el ensayo de Barret distingue cinco perfiles: los que retornan tras una corta estancia, que podrían querer continuar la lucha empujados por «una falsa memoria de nostalgia»; los «desilusionados» por Daesh que insistirán en la violencia en busca del sueño de un estado islamista puro o los que sí cumplieron sus objetivos y que, convertidos en «héroes», intentarían ahora reencarnar nuevos escenarios de yihad en el Sinaí, Afganistán o -como se ve en Filipinas o Bangladesh- en el sureste asiático. Junto a ellos figuran los milicianos que fueron capturados, germen de futuras células cuando dejen las cárceles, y los que el propio Daesh envió fuera como muyahidines «durmientes» a la espera de órdenes. «Son los más despiadados y decididos de los retornados», avisa el informe, que recuerda que Interpol ha fijado en 173 el número de estos sujetos. Con todo, en un reciente foro organizado en Madrid por el Real Instituto Elcano, el presidente del Centre d´Analyse du Terrorisme (CAT), Jean Charles Brisard, excluyó «un flujo masivo hacia Europa a corto y medio plazo» de combatientes, que a su juicio van a morir defendiendo los restos del califato, intentar permanecer allí o irse a otras regiones.
En una entrevista, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, reconocía ayer el temor a «infiltraciones y a que los combatientes «vuelvan, y vuelvan a crear situaciones como las que han creado en ciudades como Barcelona o París».
ESTARÁN EN ESPAÑA?
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