Una bicicleta, con parte de sus componentes robados, en el centro de Sevilla
Los ladrones hacen caja por Internet.
La proliferación de portales de productos de segunda mano y las redes sociales amplían los canales de venta de material robado.
Un caballo robado en Sevilla y valorado en 60.000 euros, una yegua de 1.500 euros y una silla de montar de 500, fueron localizados en las redes sociales, donde los ladrones lo habían puesto a la venta. También por Internet se localizaron este noviembre ofertas de bienes arqueológicos expoliados. A Ignacio F. le robaron la bicicleta mientras asistía a una entrevista de trabajo en la plaza conocida como Las Setas, en el centro de Sevilla. Su madre le animó a denunciar y la propia policía le dijo que buscara en la web. La encontró, quedó con el vendedor y acudió con dos agentes sin uniforme, que recuperaron el vehículo y detuvieron al ladrón. Estos hechos se repiten con asiduidad, según reconocen las fuerzas de seguridad. Los canales de venta de material robado se han ampliado con la proliferación de redes sociales y portales comerciales para productos de segunda mano. Ya no es necesario exponerse en mercadillos conocidos por todos junto al objeto sustraído. La responsabilidad es del ladrón, pero los usuarios y los portales forman parte de la cadena.
Ordenadores, cámaras, móviles, muebles, ropa… la lista de objetos hurtados es enorme y muchos de ellos se ofrecen en la web, pese a las cautelas de las plataformas de venta. Rubén Sánchez, vicepresidente de la organización de consumidores Facua, afirma que la web multiplica las opciones de venta, pero también de localización del objeto, aunque muchos alteran sus características para evitarlo.
Sánchez cree que en el mercado de segunda mano, en la mayoría de los casos, hay un comprador de buena fe y un vendedor a quien no se le puede pedir que guarde comprobantes de hace años para demostrar el origen lícito del objeto que ofrece. Para los productos tecnológicos o mecánicos, recomienda que se firme algún contrato privado, por si surgen vicios ocultos. Pero duda de que este tipo de documento sirva para asegurarse del origen del material, ya que las partes pueden poner lo que quieran y no es una prueba definitiva de su buena fe. Esta inocencia en la adquisición es clave para evitar ser acusado, en el caso del comprador, de receptación de objetos procedentes de un delito.
Sin embargo, dejar constancia por escrito de los datos de las dos partes sí permite, al menos, localizar a los dueños anteriores del producto en caso de que se descubra que se trata de material robado. “Es un acto de prevención en un mercado que carece de regulación porque se trata de relaciones privadas”, comenta Sánchez, quien sí advierte de que el mero hecho de encontrar algo a un precio muy por debajo del habitual es un “indicio de algo extraño”.
Las plataformas de venta de material de segunda mano son conscientes de esta realidad e intentan poner remedio. Algunas ya han establecido fórmulas informáticas que rastrean determinadas palabras clave o patrones de conducta sospechosos de los vendedores, como altas reincidentes de personas que han sido bloqueadas o cuestionadas por algún usuario. También han dispuesto de equipos personales para revisar algunas de las ofertas que resultan sospechosas o sobre las que reciben avisos de los usuarios. Estos mecanismos no solo les permiten localizar productos robados sino también productos prohibidos, como medicamentos o productos dañinos o prohibidos para su venta fuera de las farmacias.
En caso de denuncia, facilitan la dirección IP del ordenador desde el que se hizo la oferta, los datos aportados por el vendedor o sus perfiles en redes sociales, si es que las han utilizado para darse de alta en las plataformas. Pero es necesario denunciar, algo que no siempre ocurre.
Denuncias
En muchos casos, los usuarios creen que será imposible encontrar el objeto que le han robado y ni siquiera acuden a la policía. Lo dan por perdido. Los propios agentes reconocen que las estadísticas sobre robos no reflejan la realidad. Primero, porque solo se registran las denuncias en poblaciones de más de 30.000 habitantes cuando muchas zonas residenciales donde se registran robos en viviendas aisladas o pareadas están situadas en localidades con una población inferior. En segundo lugar, porque no son muchos los usuarios que advierten a la policía del hurto o robo del que han sido víctimas.
Con estas salvedades, las estadísticas del Ministerio del Interior reflejan que en los seis primeros meses de este año se han registrado en España 124.994 robos con fuerza en domicilios, comercios y locales, un 10% menos que el pasado año, y 344.199 hurtos. Esta última cifra es solo un 1% menos que hasta junio de 2016 y aún no ha terminado el año. Esta categoría, que agrupa a las sustracciones de objetos sin fuerza, violencia o intimidación, es el origen de la mayor parte del material robado que se vende por Internet: en muchos casos se resuelve con una multa, en especial si el montante no supera los 400 euros, que ni siquiera pagan porque se declaran insolventes, según admite un policía.
EN ESPAÑA HAY LADRONES SPOR TODOS LOS LUGARES E INTERNET ES UN BUEN LUGAR PARA SAQUEAR.
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