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viernes, 12 de febrero de 2016

ESPAÑA NO PUEDE ESTAR PARALIZADA.

¿Para qué queremos gobernar España?


Es urgente luchar contra la desigualdad, crear empleo de calidad, recuperar la confianza en la política y mejorar la convivencia entre los españoles y los territorios.

Después de mes y medio de parálisis provocada por el taimado tacticismo de Mariano Rajoy, el encargo que el jefe del Estado ha encomendado a Pedro Sánchez de intentar formar gobierno ha dado paso a un debate sobre las políticas. Por fin, del quién y del cuándo hemos pasado a centrarnos en el para qué.
Los socialistas nos sentimos fuertes en este terreno porque tenemos el mejor proyecto de país: el más elaborado, el más equilibrado y el más vertebrador. Un proyecto progresista que ocupa la centralidad política en España, capaz de aunar voluntades a derecha y a izquierda. Un proyecto reformista que tiene vocación de prevalecer a través del diálogo, pasando definitivamente página de la imposición y el autoritarismo con el que gobernó el PP en la anterior legislatura.
Esta semana hemos resumido nuestro proyecto en un documento que hemos remitido al resto de fuerzas políticas y a numerosos colectivos sociales, con los que estamos celebrando reuniones e intercambiando ideas. Desde la mano tendida, este documento abierto al debate, marca algunos objetivos de gobierno irrenunciables para los socialistas: acometer la creciente desigualdad, ofrecer oportunidades que se traduzcan en empleo de calidad, recuperar la confianza en la política y mejorar la convivencia entre los españoles y los territorios en los que habitan.
Lo más urgente es la lucha contra la desigualdad. Contra la pobreza en general y la pobreza infantil en particular, a través de un plan de emergencia social que incluya el despliegue de un ingreso mínimo vital que dé cobertura a las familias más vulnerables, medidas contra los desahucios y una actuación decidida contra la pobreza energética. Por la igualdad de poder y de negociación, para lo que aprobaremos un nuevo Estatuto de los Trabajadores que recupere la negociación colectiva como eje vertebrador de las relaciones laborales y fomentaremos el buen gobierno corporativo de las empresas. Y también contra la desigualdad entre hombres y mujeres: es ya imprescindible un nuevo pacto contra la violencia de género.
No es momento ni de vetos ni de líneas rojas: es el momento de ofrecer soluciones, debatirlas y negociarlas
Los socialistas somos conscientes de que la igualdad no se alcanza por decreto. Para poder distribuir hay que crecer. Por eso, nuestro proyecto recoge un ambicioso paquete de medidas para transitar hacia un modelo económico más productivo capaz de competir en un mundo globalizado, en plena revolución tecnológica y dentro del euro. Nuestro objetivo es reducir a la mitad, en una legislatura, la actual tasa de paro. Frente a lo que ofrece la derecha -un país de salarios bajos y empleos precarios-, la alternativa que representamos apuesta por una senda económica que produzca empleo estable y un desarrollo más sostenible.
Nuestro programa de gobierno es consciente de que si no recuperamos la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas ninguna transformación será realmente posible, pues carecerá de la implicación social necesaria. Por ello, partiendo de la ejemplaridad frente a la corrupción, planteamos una profunda reforma institucional y de la representación política, que debe culminar con la apertura de una ponencia en el Parlamento para la reforma de la Constitución.
No hemos querido perfilar en este documento de manera detallada los contenidos de esta reforma constitucional porque no es función propia del futuro Gobierno, sino de la ponencia que se abra en el Congreso de los Diputados. Este nuevo pacto de convivencia requerirá del consenso de todas las fuerzas políticas, no solo de las que proporcionen estabilidad para gobernar. Los socialistas, como hemos repetido en muchas ocasiones, iremos a dicha ponencia a defender que para mejorar el funcionamiento de nuestro Estado autonómico, y para dar una respuesta política al problema de Cataluña, debemos afrontar una reforma federal de nuestro modelo territorial. La votación de dicha reforma en referéndum no solo renovará la convivencia entre territorios: también servirá para volver a implicar a las nuevas generaciones en el proyecto constitucional.
Decía Eleanor Roosevelt que el futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños. Es hora de hablar del futuro de nuestro país. El 20-D los españoles votaron por un gobierno del cambio que fuera plural y transversal, apoyado por varios partidos. Todos tenemos el derecho, y el deber, de construir esa alternativa, que esperanza a millones de españoles. No es momento ni de vetos ni de líneas rojas: es el momento de ofrecer soluciones, debatirlas y negociarlas. Es el momento de arriesgar, pensando más en el futuro de España que en el de nuestros respectivos partidos. Es el momento de la generosidad.

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