Campo de girasoles-León-España(foto J.A.Miyares)
España, entre el poder y la debilidad
El declive del poder español es un proceso íntimamente ligado a su modelo estatal (el del ogro filantrópico) y a la estrategia que España ha empleado para hacer valer sus intereses en el nuevo orden global.
Hace 10 años, durante el 'aznarismo', el prestigio de España se acrecentó de manera notable, en función a la expansión económica (gran parte de ella gracias al desembarco en Latinoamérica) y a un conato de 'entente cordiale' con Estados Unidos y sus potencias aliadas.
Basándose en premisas ideológicas, el Gobierno de Rodríguez Zapatero desmontó dicha relación incipiente, apostando por el euro-radicalismo y la ensoñación diplomática de la alianza de las civilizaciones. Se construyó así una estrategia a lo "cúpula de Barceló" centrada en lo contingente antes que en lo esencial, una postura decorativa e irreal, utópica, alejada de los imperativos geopolíticos y las necesidades geoeconómicas.
El poder y la debilidad de un país se traducen en hechos concretos y se materializan en un espacio-tiempo histórico. Lo de YPF en Argentina y lo que acaba de pasar con Red Eléctrica en Bolivia son ejemplos patentes de la debilidad de España en sus relaciones internacionales, una debilidad aprovechada por países con una concepción menos idealista del escenario multilateral.
Países dispuestos a hacer valer sus intereses violentando la seguridad jurídica, seguros del respaldo de su frente interno. La debilidad de España es manifiesta y contrasta con la apuesta de un sector de políticos y empresarios por una serie de regímenes populistas caracterizados por la precariedad institucional.
Las empresas españolas han repetido durante años el mantra de la estabilidad de ciertas inversiones en mercados sesgados por el autoritarismo, apostando por la relación directa con los caudillos populistas en desmedro de estrategias más realistas y globales. El resultado a este voluntarismo ingenuo es el que todos conocemos
Si el poder español ha decaído en Latinoamérica —no confundamos imagen con potestas real— lo mismo sucede en otras regiones del mundo. La ambivalente respuesta de Estados Unidos ante la expropiación argentina nos confirma la vieja política de Washington de no mover un dedo por ningún país europeo, salvo Inglaterra.
Brasil y China apoyan a Buenos Aires, al igual que el bloque del ALBA. La Alianza del Pacífico, circunscrita a la dimensión comercial, nada puede hacer ante la ola soberanista que legitima los excesos del kirchnerismo. Frente a este panorama, España, si pretende recuperar protagonismo y cierto nivel de influencia regional y global debe renovar su estrategia apelando al realismo político y abandonando el maniqueísmo impuesto por ideologías híper-estatistas.
En Europa, por ejemplo, ante la reconfiguración electoral del eje franco-alemán, se trata de un asunto de vida o muerte. Ser realista pasa por evitar nuevas sorpresas en el plano empresarial y político, eliminando las distorsiones del voluntarismo. No basta con diseñar planes de emergencia que sirven para apagar incendios cuando todo ha sido consumado. Urge aplicar una estrategia preventiva, una auténtica política de prospección, pues son muchos los escenarios en los que nuestra debilidad es un fuerte incentivo para que los Estados populistas con los que negociamos intenten humillarnos otra vez.
124 días trabajando para el Estado
El español medio dedica 124 días al año a pagar impuestos. Este tiempo es el que transcurre desde el pasado 1 de enero hasta mañana, 4 de mayo, día de la liberación fiscal en España. Hasta este día, todos sus ingresos van destinados a pagar el mantenimiento de las administraciones públicas.
Un trabajador con un salario medio, 24.400 euros brutos al año, destina 54 días a pagar el IRPF, 27 al IVA, 23 a la Seguridad Social que sale del salario bruto del empleado, 13 a los impuestos especiales y siete a otros impuestos. En total, siguiendo el ejemplo de salario medio, el español paga 8.261 euros cada año a sufragar el Estado.
El estudio, realizado por el 'think tank' Civismo, refleja el aumento de la presión fiscal en España en los últimos años tras las últimas reformas del IVA y el IRPF. Concretamente, el 'Tax Freedom Day' -como se conoce este día en el mundo anglosajón- se ha retrasado cinco días con respecto a 2011.
La diversidad fiscal en España, con diferentes tributos a nivel local, autonómico o central, hace que el día de liberación impositiva varíe por regiones.
En este sentido, Cataluña y Madrid retrasan la jornada hasta los días 8 y 5 de mayo, respectivamente, mientras que el País Vasco -que goza de un régimen fiscal propio- anticipo este día al pasado 29 de abril.
Desde Civismo advierten de que el número de días necesarios para pagar los tributos irá en aumento en los próximos años tras la subida fiscal anunciada por el Gobierno para 2013. Este aumento tributario podría ser de dos puntos sobre el impuesto al consumo, prevén en esta organización.
Pedro Schwart, premio de economía Rey Jaime I y secretario de Civismo, expuso en la presentación del estudio que hay "otras fórmulas" para rebajar el déficit al objetivo acordado con Bruselas "sin cargarlo en los hombros de aquellos que crean riqueza". Así, Schwart propone "reducir las subvenciones a actividades deficitarias, como la minería del carbón o los aeropuertos subutilizados", en vez de subir impuestos o aumentar las políticas de gasto público.
En referencia a las subidas de impuestos, este experto cree que "subir impuestos debilita la economía, porque resta a los ciudadanos posibilidades para invertir y crear riqueza con la que pagar mejores servicios en el futuro".
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