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lunes, 1 de diciembre de 2025

LA GRAN MENTIRA DE SÁNCHEZ.

 Sánchez no representa la renovación que prometió: es puro oportunismo político. Convierte los principios en propaganda y usa la responsabilidad como arma contra los demás. Es una farsa y una amenaza para el Estado de Derecho. Su llegada no trajo limpieza, sino más manipulación del sistema.

Todo aquello que reprochó a Rajoy en la moción de censura se le puede aplicar hoy a él mismo: corrupción de aliados, pactos vergonzosos, manipulación institucional y tratar de controlar la justicia. Pero no dimite. Se aferra al poder como un Maduro a la española.

Hoy vemos cómo coloniza organismos públicos, tribunales, consejos y cargos que deberían ser independientes. Coloca a personas leales, no por mérito, sino por obediencia. Antes, cuando estos cargos servían para acusar al PP, eran "instituciones serias". Ahora, cuando deben fiscalizar al Gobierno, están dirigidas por amigos y afines que miran para otro lado.

Y lo mismo pasa con los medios de comunicación. Cuando otros destapaban las irregularidades de este Gobierno, algunos periodistas, figuritas de la canción de antaño, presentadores, actrices y actores, directores de cine... llegaron a firmar manifiestos contra estos que llamaban pseudomedios, fachas o bulos sin más. Todo con un activismo ideológico o interesado que ahora no piden perdón por ello después de que esos bulos fueran realidad: cargos de confianza en la cárcel, fiscal condenado, y familiares imputados. Es que pedían leyes para controlar la prensa y censurar a esos medios críticos. Hoy muchos han despertado, pero otros siguen aún apoyando al poder porque viven de él.

Ganaron todos los socios del Gobierno: independentistas, fugados, condenados e imputados que reciben privilegios, indultos e inmunidad. Esa es la moral del nuevo régimen: premiar al aliado, castigar al discrepante. Señalar a jueces, tribunales y medios críticos.

Y mientras tanto, incluso se blanquea a quien homenajea a terroristas. Bildu tiene poder político a pesar de que ETA asesinó a muchos compañeros socialistas como Fernando Múgica, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui o Ernest Lluch. Eso es traicionar la memoria de quienes dieron su vida por la libertad. Es permitir que los herederos de un pasado sangriento ocupen instituciones de decisión.

Este Gobierno no respeta la Constitución ni la separación de poderes. Retuerce la ley, desprecia al Parlamento y debilita la igualdad ante la ley con leyes de amnistía y normas que sitúan al hombre bajo sospecha permanente. Basta una acusación para destruir vidas. Lo vemos en divorcios, denuncias por conflicto de pareja, custodias, procedimientos judiciales eternos donde se juega con la presunción de inocencia del hombre.

Todo esto lo estamos tragando en silencio. Pero llegará el momento de pagar la factura. Errejón es el ejemplo: quien promovió el discurso ahora prueba su propia medicina. Tenemos madres, esposas, pareja, hijos, hermanas e hijas y ahora pretenden que creamos que Irene Montero o Belarra deben protegerlas de nosotros mismos. De quienes compartimos todo, hasta amor y complicidad. Es un absurdo total. Cuando alguien te dice que va a protegerte sin pedirle ayuda, es porque quiere manipularte y convertirte en su instrumento.

Ejemplo simple: nos venden que el sistema debe tutelar a las mujeres como si no fueran capaces por sí mismas. Faltan a su inteligencia y capacidad. Las tratan de menores de edad. Las ponen en situación de dependencia emocional del Estado. Y al final, ¿qué han conseguido? Ellas, las de los cargos, han mejorado su vida personal, con sueldos, casoplones y colegios privados. El ciudadano común, no. Todo sigue igual o peor.

Estamos viendo un sistema donde la palabra, el honor, el respeto institucional, los tribunales, la democracia y la igualdad ante la ley se han convertido en papel mojado. El sistema está podrido desde las raíces.

Y por decir esto pasas a ser señalado como machista o pesado. Es la manera más rápida de censurar a quien piensa distinto.

-Ningún medio se atreve a poner algo asi, lo sé y todos los sabemos-

Lo vemos en la publicidad institucional pagada, en campañas de propaganda, en subvenciones a medios, en discursos oficiales. Es una censura silenciosa y real.

Y cuidado: no es que no haya problemas reales. Existe violencia, hay casos terribles. Pero no se solucionan con leyes que criminalizan a todos los hombres ni con campañas que los presentan como una amenaza constante. No se puede meter a todo el mundo en el mismo saco. Generalizar cuando un grupo de menas viola a una mujer, es racismo, pero ellas pueden hablar de los hombres en general.

Tenemos un mundo construido por miles de trabajadores, hombres: carreteras, edificios, puentes, barcos, túneles, aeropuertos, aviones, industria, coches, barcos, ... y ahora escuchamos discursos simplistas que dicen que "no necesitan a los hombres para nada". Mientras disfrutan de todo lo que ya está hecho. Hasta sienta su culito en el inodoro con sumideros también facilitados por hombres. Y tenemos que escucharlas decir que no necesitan los hombres para nada. Y no decir nada.

Y cuidado tampoco habría nada sin nuestras madres y abuelas, que trabajaron, sostuvieron familias y construyeron vidas en común. No todo fue machismo estructural. También hubo amor, esfuerzo compartido y sacrificio.

Si lo dudan, vean los datos, esos números que les gustan tanto: vean porcentaje entre hombres y mujeres de muertes en dictaduras, guerras, atentados, en defensa de un país, muy particularmente por lo que hemos dicho, en accidentes laborales... y verán cuántas veces se más la carga cayó sobre los hombres. Pero eso no interesa a quienes controlan el discurso de feminismo destructor de convivencia.

Si eso es machismo, entonces soy machista. No voy a callar porque algunos quieran imponernos culpa colectiva. No todos los hombres son iguales, igual que no todas las mujeres lo son, ni tan buenas como las pintan.

Un saludo y perdón solo por decir lo que pienso.

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