Como vemos cada día, entre los humanos prolifera como setas el belicista irredento, capaz de ligar todo tipo de guerras destructivas, genocidas e inmorales: se llama hombre, en genérico, aunque en sus manos, lector, esté añadir nombre y apellidos.
Entre los animales también vemos a un belicista despiadado, no vayan a creer: se llama mula, es estéril y resultado de un cruce entre un asno o burro macho (Equus africanus) y una yegua.
Las mulas tienen una larga historia en la guerra. Resistentes y testarudas, pero leales a quienes se ganan su confianza, han servido como animales de carga para los trenes de suministros del ejército desde que la humanidad aprendió a criarlas.
¡Por supuesto que sin la mula ningún imperio se habría construido jamás!, pero las mulas también han causado atrocidades a la humanidad en todas partes, desde que los romanos conquistaron el mundo.
A medida que las sociedades avanzaban, no pasó mucho tiempo antes de que las mulas de los ejércitos de las civilizaciones primitivas tuvieran dos patas en lugar de cuatro.
Los legionarios romanos comenzaron a llamarse a sí mismos "Mulas de Mario" después de que las reformas militares instituidas por Cayo Mario exigieran a las tropas transportar más suministros para acelerar sus marchas.
Desde entonces, los militares y las mulas del ejército han sido sinónimos para muchos, dentro y fuera del servicio, con dos y cuatro patas (según), siendo anecdótico, raro e infrecuente que las versiones de cuatro patas hayan sido capaces de comunicarse a través de la palabra, desde la Mula Francis.
Queda claro, pues, que mula y burdégano son el resultado de cruces entre burros y caballos, pero con combinaciones parentales diferentes. Esta diferencia genética determina su morfología, temperamento y utilidad.
Mucho cuidado, por lo tanto, con confundir una mula con un burdégano (cruce entre un caballo macho (semental) y una burra (hembra), aunque ambos híbridos reflejan una combinación de instintos heredados y comparten esa característica de ser estériles, las mulas suelen ser consideradas animales inteligentes y cautelosos, con un fuerte sentido de autoprotección.
Esta capacidad de análisis puede interpretarse erróneamente como terquedad, pero se trata de un rasgo de supervivencia.
El burdégano, por su parte, adopta muchos comportamientos de la madre burra, lo que le confiere un temperamento más reservado. Su menor entusiasmo por tareas exigentes lo hace más adecuado para trabajos ligeros o de compañía.
Con explicación tan prolija, se me ocurre mientras escribo, proponerle que deje el sudoku de La Nueva España para más tarde, se centre ahora (deseo que esté disfrutando las vacaciones), en la pintoresca movida socialista de "la banda del Peugeot" y personajes relacionados, y se atreva a etiquetar, según proceda, a los miembros (mandos y tropa), de la banda.
¿Burdégano, mula? ¡Vamos! Me rompo la caja.
¿Vaticina un titular disparatado?: "Acosado por visiones apocalípticas, su estabilidad mental se desmorona y, en un ataque de celos, asesina a su amante".
Luché con mi ángel interior (maldito sea). Me contradijo, me venció, me obligó a volver al teclado, me sentó, me arrebató el mouse y me obligó a escribir esta nota conciliadora... Perdón.
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