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martes, 24 de junio de 2025

EL ESPERPENTO.

 Cuántas horas alegres de la infancia les debemos a Uderzo y Goscinny con sus tebeos de Astérix y Obélix. Todos los aficionados conocemos el chiste que se repite en cada álbum. Cuando llega la habitual tangana con los romanos, el astuto y pequeño Astérix saca su cantimplora y se mete un buen lingotazo de la poción mágica vigorizante. Pero a Obélix le es denegada, pues al parecer se cayó de niño en la marmita donde se elaboraba el prodigioso brebaje y quedó tonificado de por vida.

Me he acordado de Obélix, que tenía inoculada la poción mágica, al observar el frenesí amatorio de don José Luis, personaje distinguido en 2021 con la Gran Cruz de Carlos III, conspicuo feminista -«pues lo soy por ser socialista»- y hombre fuerte en su día en el Gobierno de la «coalición progresista» de su amigo y camarada Sánchez Pérez. Veo la lista de esposas, amantes, pilinguis, lumis, misses y rubias paseantes de canes con pasado cinéfilo de este «maratoniano del amor» y concluyo que para soportar semejante ajetreo don José Luis debe segregar Viagra de manera natural. No cabe otra explicación científica para lo del Toro de Torrente. Con 65 años a cuestas, pancita de vividor realzada por la juvenil camiseta de Orlando que se pone para los registros, tupé modelo tapadera y sonrisa socarrona, este estadista salido de un astracán de Mariano Ozores muestra tal vocación por los lances de catre que convierte al Vizconde Valmont y al Tenorio en unos templados eremitas de pasiones contenidas. Un divorcio supone un quebranto emocional, pero además deja el bolsillo tiritando. Pero tales consideraciones no han intimidado a nuestro maratoniano del amor. Tres matrimonios y tres divorcios en su casillero, con cinco hijos de tres mujeres diferentes, en una tenaz lucha contra el problema demográfico español.

En los ratos libres que le dejaban su compleja vida familiar y su lucha por el «proyecto progresista y feminista de avance social», el ministro todavía encontraba tiempo para el lenocinio, los repasos a los catálogos de las profesionales, los despliegues noctívagos por los Paradores Nacionales, los trinques en los contratos públicos y las evaluaciones de nuevos fichajes a la vera de Koldo. Esos peritajes, donde analizaban a las mujeres como si fuesen ganado, han dejado una frase que figurará para siempre en el Libro de Oro del PSOE, a la vera de «bulos y más bulos, pongo la mano en el fuego». La cita es conocida: «La Carlota se enrolla que te cagas», una cima del feminismo pedrolista que se une a la suelta de mil violadores por las leyes obtusas de dos chifladas podemitas.

Ante el esperpento del caso PSOE, que es el caso Sánchez, un amigo me dice: «Por favor, ¡que no se vaya!, ¡que no convoque elecciones jamás! Esto no puede acabarse. Es mucho mejor que 'Los Soprano". No se ha rodado nada igual».

El Gobierno de un país puntero está paralizado, con la opinión pública despertándose cada día ávida de descubrir qué nuevo síncope sufrirá el altivo líder pato laqueado. Por su parte, el divo deambula flaco, crispado, colérico, con careto de final de la escapada. Sujeten la caja de palomitas. Vienen más capítulos: ¿Tirará de la manta el maratoniano del amor? ¿Enviará a la actriz y al perrito a la Fiscalía con material reservado en busca de alivio para su situación procesal? ¿Se mostrará el secretario de Organización caído más cerdán que santo y aflorarán nuevos chamullos de la banda navarra? ¿Aparecerá el nombre de pila de Mi Persona en alguna grabación de las muchas que aún faltan? ¿Se atreverá alguien a montarle una denuncia bien armada a la X de todo este vertedero de corrupción? ¿Tendremos noticias de aquel extraño vaciado con el programa israelí Pegasus del móvil del máximo referente de la Internacional Socialista? ¿Cantará Aldama lo mucho que sabe del vidrioso Zapatero, el entrañable lobista de dictaduras varias?

Granujas a todo ritmo. No es extraño que el comisario Bolaños tenga unas prisas locas por atornillar a los jueces con su reforma chavista.

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