Nada hay mas dañino para la sociedad que una militancia ideológica interesada.
En política la única militancia aceptable es servir al pueblo, no a su propio interés, como hacen ahora todos los políticos del signo que sea.
En efecto, "¿cuántos carros de combate caben en una sala de espera de un hospital?". Lo digo por ese subidón de recursos para rearmarse mientras nuestra sanidad pública se cae a cachos por falta de personal y recursos, por falta de políticos que sepan poner todo a funcionar como antes se atendía al usuario en tiempo y forma.
A estos políticos no les importamos usted, yo y su abuela, solo les importa ellos mismos. Les va en ello: cargos, sueldos, prebendas, notoriedad, influencia, poder... es tan goloso todo que, cuando vale cualquiera para estar, incluso exigen ingresar en política por sexo en vez de por seso, por cremalleras, paridad y cuotas en vez de capacidad, personalidad, preparación, experiencia... luego están los que vienen desde adolescentes de las juventudes del partido, o sea, los proyectan en ideología interesada desde la base, no los preparan en el mercado laboral para forjarse, para ver cómo es la vida trabajando con exigencia de resultados en empresas que sin productividad y rendimiento no durarían tres días. Lo vivido por estos osados será solo la política arribista, no vivieron otra cosa, vean los líderes de casi todos los partidos, de dónde vienen y hacia dónde van. El ejemplo más claro es Barbón. Se aferran al cargo como lapas. ¿Quién les iba a pagar un sueldo similar con tamaña ineptitud?
Eso sí, engordan currículum y presentan títulos y doctorados, todos cargados de falta de práctica real, todo teoría universitaria pagada con el esfuerzo del papá pudiente o de todos los demás si fuera de la pública. Todos esos que luego sufrirán en sus carnes la osadía de quienes por presentar títulos en su currículum se creen saber de todo para osar ocupar cargos de mucha responsabilidad sin asumir ninguna. Luego, cuando ocurren tragedias como la dana, se culpan lo unos a los otros, ya que ninguno debería estar ahí por falta de capacidad y compromiso.
Jamás pensé que el PSOE fuera a caer en manos de impresentables como está pasando actualmente. Los sanchistas se adueñaron de unas siglas centenarias para convertirlas en despojo e indecencia, para vergüenza de todos los socialistas que las defendieron a lo largo de estos años.
Dar impunidad a corruptos, delincuentes y fugados a cambio de poder no cabe en mente de ningún socialista que se precie. Es despreciar la ética personal, el Estado de derecho, los fundamentos del partido, pisoteando la igualdad de todos ante la ley y la separación de poderes.
Resulta que ahora Felipe González y Alfonso Guerra, con todos aquellos que los acompañaron en la increíble tarea de hacer grande y respetable este partido socialista, obrero y español, tienen que soportar que les llamen fachas desde esta banda de usurpadores indecentes.
Luego, para devaluarse entre ellos, se insultan en los parlamentos y fuera de ellos, en un claro desprecio a lo que representan. No merecerían otra cosa, pero el problema del insulto es ese, lo usará el afectado a su favor impidiendo que su comportamiento sea lo relevante.
Los políticos actuales deben percibir la sombra de la decencia, no ser nosotros tan indecentes como ellos para que encuentren justificantes que tapen sus negligencias y corruptelas.
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