No hace muchos años España era un país de grandes familias (con lo de grandes quiero referirme a que tenían muchos hijos). No tan grandes como en la posguerra, que al no haber televisión y sí afición a la misa de domingo, así como la manía de acostarse temprano por culpa de los cortes de la luz, favorecían la explosión demográfica, haciendo que el concepto de "familia numerosa" fuese algo habitual. Luego llegó la modernidad y con ella la revolución anticonceptiva, la entrada de la mujer en el mercado laboral, el auge del individualismo y, finalmente, la llegada de un fenómeno que lo cambió todo: el perro con suéter y el gato con cuenta de Facebook.
En España, en 1976, nacieron 678.000 niños. En 2024 vinieron al mundo 322.000, menos de la mitad. En los años 40, 50 y 60, tener cinco o seis hijos era lo normal. En los 70, ya con dos o tres bastaba. Llegados los 90, la natalidad comenzó a caer en picado. En 2023 la tasa de natalidad fue del 7,15 por cada mil habitantes, y la de mortalidad del 10,38, así que el crecimiento vegetativo presentó un saldo negativo de más de 115.000 personas (lo que es lo mismo que decir que se han muerto 115.000 personas más de las que nacieron en España ese año). Amigo lector, nos alumbrará más la mente el saber que, en 2023, el número de hijos de españolas fue de unos 240.000; mientras que las extranjeras ese mismo año alumbraron unos 78.000 hijos, que representan el 25% del total de nacimientos.
Y es que hoy día los jóvenes tienen otras prioridades que no son, precisamente, el traer hijos al mundo: viajar, opositar durante años, pagar alquileres imposibles y, también, no me digan que no, adoptar un perro, un gato o mascota para llenar el vacío que antes ocupaban los hijos. Pero claro, ten en cuenta, amigo lector, que el criar un hijo no es solo un acto de amor, sino también un acto de valentía financiera y social: guarderías, pañales, educación, extraescolares, hipotecas, silla para el coche y, más pronto que tarde... el teléfono móvil de última generación. Por tanto, queda claro que con mucho menos dinero pueden traer a este mundo, por ejemplo, un cariñoso perrito labrador (yo tuve uno que solo le faltaba hablar, pues reír sí que se reía) y darle una vida de ensueño, ¿o no? Hoy día vemos cómo los cochecitos de bebé han sido sustituidos por carritos de mascotas que, a la vista, son iguales que los otros tanto por fuera como por dentro (y al verlos todos pensamos: "Qué bien, ahí viene un bebé", y nada más lejos de la realidad). Y los parques infantiles por cafeterías donde acuden humanos con sus mascotas, todos revueltos. No será una exageración el decir que si seguimos así, España será un país donde habrá más veterinarios que pediatras.
Mientras tanto, en las redes y en los bares se escucha la eterna queja banal: "Los jóvenes no quieren trabajar". Lo que no dicen es que con una natalidad tan baja ya no hay jóvenes en los pueblos y aldeas. O lo que es lo mismo, simplemente no hay suficientes jóvenes para cubrir los puestos de trabajo que se demandan actualmente.
Aunque en España no nos podemos quejar, ya que nuestra población ya sobrepasa los 47 millones de habitantes y, de ese total, 5.227.000 son extranjeros. Y, claro está, si no fuera por ellos nuestros bares y restaurantes cerrarían, no habría casas en construcción, así como multitud de otros servicios y oficios que, es verdad, muchos de nosotros no queremos. Y... ¿qué decir de la Caja de las Pensiones? Pues que aunque no está muy boyante, de no ser por esos migrantes estaría en llanta, como vulgarmente se dice. Y sin ellos quién pagaría las pensiones a nuestras generaciones X, Y, Z y Alfa en toda Europa, ¿los chihuahuas? Por otra parte, las reuniones familiares de Navidad serían cada vez más pequeñas... pero, eso sí, con más fotos de fetiches en el grupo de WhatsApp.
Así que la próxima vez que alguien diga la tan cacareada frase de que "los jóvenes no quieren trabajar", quizá antes debiera de pensar, madurar y acabar reconociendo que no hay jóvenes porque, sin natalidad, no hay niños. Ni después jóvenes ni, por tanto, ciudadanos para los puestos de trabajo que demanda el mercado. Eso sí, si esto sigue como hasta ahora llegaremos a tener muy pocos niños, pero sí a cambio muchas mascotas bien cuidadas y vestidas.
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