En la más estricta soledad que a menudo nos invade sin necesidad de provocar su aislamiento adrede, se nos presenta un camino insospechado, y nos muestra una visión distinta de lo cotidiano. Vengo a contar esto porque, últimamente, no dejo de ver figuras e imágenes que vagan por mi memoria reflejadas en los suelos jaspeados de la casa, en el papel pintado de las paredes, en los cúmulos de las nubes o en la visión alejada de árboles, plantas o matorrales.
Estos momentos de silencio y soledad se convierten en el reflejo de imágenes vistas desde distintas perspectivas, simplemente con la imaginación. Lo que me lleva a pensar que, entre la calma y la soledad, la mente busca fortaleza en lo irreal.
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