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miércoles, 4 de septiembre de 2024

EL REBAÑO BAJO EL TERROR

 “¿Qué es eso de que una forma de gobierno que dice apoyarse en la voluntad del pueblo se eche a temblar cada vez que a este le toca expresarla?... Vivimos bajo el síndrome del miedo. Y son los miedos, no la ideología, lo que se exorciza y se utiliza como arma arrojadiza en la disputa política... El miedo es incompatible con la libertad. Una democracia del miedo es un oxímoron. Atemorizar no es liderar. Liderar es, entre otras cosas, buscar salidas eficaces a lo que nos preocupa y alimenta nuestros temores. Ahí nos duele” (Fernando Vallespín, “El País”).

Las elecciones celebradas el pasado domingo en los Länder de la Alemania Oriental (de la esfera soviética) de Turingia y Sajonia han disparado todas las alarmas. No solo en Alemania sino en toda la UE (¿cuánto durara la alarma?). Todos los analistas y medios de comunicación destacan que el ganador (en Turingia) es el actual líder de AFD (Alternativa por Alemania), Björn Höcke, el más extremista de esta formación porque no ha tenido reparos en utilizar frases y eslóganes nazis (prohibidos en Alemania) a pesar de ser condenado por la justicia. La propia líder de la extrema derecha francesa, Marie Le Pen, lo ha expulsado del grupo del Parlamento europeo.

El artículo de Fernando Vallespín llega 32 años tarde. En 1992, Noam Chomsky escribió “El miedo a la democracia”. En el mismo aborda los principales problemas que tenía entonces atenazadas a las democracias occidentales, entre los que destacaba lo señalado por Vallespín. Por entonces no existían ni Trump, ni Bolsonaro, ni Milei... ¡ni Putin!, y los partidos de extrema derecha en Europa brillaban por su ausencia o eran tan minoritarios que, por “ridículos”, no contaban. Hoy, en Europa, la única propuesta que los partidos que crearon e impulsaron el modelo del Estado de bienestar, cada vez que se convocan elecciones, es ofrecer un “cordón sanitario” para frenar a la extrema derecha. Mientras a esta se la ha tendido una alfombra roja hacia la gobernabilidad. El caso más claro (de momento) es España y se inició en el 2022 en Castilla y León (la comunidad más grande de Europa) con un gobierno PP/Vox. (Hace un mes se rompieron los pactos por estrategia electoral de Vox, no fue el PP quien los rompiera). Y volverán a pactar, esta vez a lo grande con un pacto para gobernar España.

Se han cumplido 35 años desde que cayó el muro de Berlín, pero la reunificación alemana no está terminada. No obstante, no soy de los que están convencidos de que los “alemanes orientales” se inclinen algo más hacia formaciones extremistas de derechas porque no se sientan integrados plenamente en la nueva Alemania post-reunificada. ¿Y en Francia, Italia, España, Austria... quién vota a estos “chichintoras”?, que han conseguido su plena integración en el debate político y que los ciudadanos los vean, como decía Abascal (Vox): “Nos llaman de extrema derecha cuando, en realidad, somos de extrema necesidad”. Ese es el mensaje. Eso es colocar el producto (como diría Steve Bannon). Y el producto es el inmigrante. El inmigrante pobre, negro, perseguido... no el blanco, rubio, alto, como los que huyen de la invasión de Putin a Ucrania (Alemania ha acogido a un millón cien mil ucranios, la UE 8 millones... nadie ha protestado). El producto que se ha instalado en Europa y en EE UU es el inmigrante pobre (como lo fue hace 85 años el judío en Alemania). “Haz ruido que algo queda: así funciona el discurso antiinmigración de PP, Vox, Alvise” (Infolibre) en España. Así lo denuncia Eva Baroja. Así lo compran los ciudadanos españoles y europeos. Así se instala el miedo a la democracia o la democracia del miedo.

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