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domingo, 4 de agosto de 2024

UNA MARAVILLA LA UNVERSIDAD LABORAL DE GIJÓN,

 El artículo de Juan Carlos Herrero en LA NUEVA ESPAÑA alerta sobre el olvido de las mujeres que fregaban de rodillas el suelo de la Universidad Laboral y reclama su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial.

Me han venido a la memoria otros olvidos.

Yo tenía cinco años cuando se comenzó a construir el Orfelinato Minero, y residía muy cerca. Dos años después nos fuimos a un piso de Gijón que aún existe y que tendrá unos 150 metros cuadrados. Vivíamos allí mi familia, compuesta por ocho personas, y otra familia más, de tres miembros. Había un medio baño interior y, aparte, un lavabo y retrete en el corredor. Enseguida se alquilaron habitaciones a otras cuatro personas, que llegaban solas. En total quince personas hacinadas en pequeñas habitaciones. Estos cuatro últimos que llegaron eran canteros gallegos que acudían, como otros muchos, a trabajar en el Orfelinato Minero y calzaban unas botas con suela de madera que ellos mismos se construían, y a las siete de la mañana se podía oír el sonido de sus pisadas por las calles de Gijón. Sus ingresos iban íntegros a sus familias en Galicia. Alguno que se hirió en las piernas lo curaba mi hermana mayor con cataplasmas. ¿Cuántos había en esas mismas condiciones? ¿Cuántos perdieron la vida y cuántos quedaron con lesiones definitivas en la construcción de ese regalo arquitectónico (fascinante) que dudo merezcamos? No sé si alcanzaban la categoría de esclavos, pero no eran ajenos al sufrimiento. Ya que acudimos a los recuerdos, que el sonido de aquellas pisadas a las siete de la mañana por las silenciosas y oscuras calles de los inviernos de Gijón puedan ser también reconocidas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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