La Organización Mundial de la Salud decretó el miércoles 14 de agosto emergencia sanitaria internacional por la viruela del mono. Se frotan las manos las farmacéuticas, para vender más vacunas; los gobiernos, para volver a controlar a los ciudadanos, y los negacionistas, que dirán que tal enfermedad es un invento para inocularnos un nanoagente con las vacunas y controlarnos a todos con el 5G, como dijeron cuando la pandemia del covid. Pero, esta vez hay aristas y caras diferentes en el poliedro: el buenismo estúpido, o interesado, se unirá al coro de las mentiras y negará que la inmigración irregular masiva procedente del África subsahariana tiene algo que ver en el asunto, aunque España es el país de Europa con más casos diagnosticados de viruela del mono. Espero con ansiedad escuchar las declaraciones de la ministra de Sanidad, Mónica García, al respecto.
Es una evidencia que la difusión de enfermedades, unas nuevas y otras que eran ya endémicas en algunos países, tiene la causa en el movimiento de personas, no solo entre regiones o estados, sobre todo entre continentes. El fenómeno es bien conocido, porque los conquistadores españoles ya llevaron enfermedades de Europa a América, con consecuencias dramáticas, entre ellas la viruela, que segó millones de vidas con su guadaña, pues los amerindios no tenían anticuerpos contra la enfermedad. Otro ejemplo fue la mal llamada “gripe española”, que en realidad procedía de un cuartel de EE UU y que mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo en la Primera Guerra Mundial. Y lo mismo sucedió con el VIH o con la gripe aviar. En este sentido, en España, además de recibir más de 80 millones de turistas de todas partes, tenemos la inmigración irregular procedente de África más alta de Europa. Una bomba. Así, enfermedades que aquí estaban erradicadas, como la tuberculosis o la lepra, por apuntar dos de las más graves, han resurgido.
En el año 1958, Viktor Zhdánov, viceministro de Salud de la Unión Soviética, propuso a la Asamblea Mundial de la Salud una iniciativa global contra la viruela, que fue aprobada un año después transformándose en el principal objetivo de la OMS. En el año 1980 la XXXIII Asamblea de la OMS dio por erradicada la viruela en el mundo y hoy solo se guardan dos muestras del virus, en estado criogénico, en los EE UU y en Rusia. Pero la viruela del mono es una variante que, como su nombre indica, ha mutado de animal a humano (bueno, también somos animales, pero de otra especie) y seguramente tiene alguna peligrosidad añadida, como hemos visto en otros virus que también mutaron entre especies. Es endémica de África Central, donde habitan los monos de donde procede, pero se ha extendido al África subsahariana y de ahí a Europa y a otras partes del mundo.
Las vacunas no son la panacea, porque, además de que tienen efectos secundarios, debilitan el sistema inmunológico contra otras cepas y otros virus. Encima de todas las que nos han puesto de pequeños, hemos recibido cuatro dosis de la del covid-19 y algunos tenemos en nuestro cuerpo unas cuantas más contra la guerra bacteriológica. Así que yo ya tengo suficientes. No quiero más ocurrencias. Prevención y control sanitario, que no me hablen de otra cosa.
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