El fiscal de Sala Coordinador contra los Delitos de Odio y Discriminación, Miguel Ángel Aguilar, cree necesario prohibir el acceso a redes sociales a quienes cometan delitos de odio "en los casos más graves" y que los usuarios estén "debidamente identificados".
¿Qué les dice esto? ¿Qué será odio para el fiscal o para Sánchez, Feijóo o quien sea que tenga el poder? ¿Será la crítica y la controversia para con el poder?
Señores, el fiscal entra de lleno a coartar su libertad de expresión, de opinión y el poder fiscalizar al poder sin más explicaciones. Todo cuanto dice lo salvaguardan el Código Penal y Civil, ¿por qué esa obsesión con los críticos incómodos?
Lo que faltaba para hacerlo todo más creíble es que existan periodistas que les sigan el juego. Que llamen a esa censura institucional. En su profesión es hasta infumable.
La censura es preludio de tiranía. No se trata de hacer leyes o de endurecer leyes, ya el Código Penal y Civil supone un respeto por los demás ante críticas falsas que dañen y perjudiquen a la persona y a su profesión. Qué decir de insultos y denuncias sin motivo. En lo único que estaría de acuerdo es en quitar perfiles falsos y el anonimato. Bajo ellos se esconden "muchos valientes idiotas" detrás de una pantallita creyéndose impunes como Puigdemont con Sánchez.
Este poder indecente de Sánchez no solo pretende controlar medios y profesionales (haciéndolos dependientes de él), también controla a casi todos los organismos de transparencia, de limpieza democrática, de control hacia sí mismo, colocando al frente a personas afines sin pudor y respeto por lo que representa tal cargo: Fiscalía, Audiencia, Constitucional, tribunales de justicia, sindicatos, partidos... Y hasta controla a los ciudadanos sumisos o condescendientes con todas estas tropelías que convierten nuestra democracia en papel mojado.
De ahí su obsesión con regalar hasta entradas para el cine a viejos, transporte para jóvenes, paguitas para todos sin mayor control. Usa a colectivos minoritarios para su control de la sociedad: inmigrantes, trans, feministas, ecologistas, animalistas... Todo le vale, incluso usar y blanquear independentistas, fugados, delincuentes, corruptos, a quienes homenajean a terroristas. Regala leyes a quien las pida sin saber si valen o empeorarán todo, como así ocurrió con varias. Concede indultos, amnistías, fiscalidad insolidaria, salarios sociales... subvenciona colectivos, hasta guerras... Funcionan así las tiranías, a golpe de dinero de todos nosotros y de controlar todos los estamentos. Solo le falta como a Chávez: ir regalando billetes por las aceras. Eso sí, residencias de ancianos, hipotecas y vivienda asequibles, nada de nada. Tampoco le da por crear empleo y salario estable y decente, eso haría ciudadanos libres, no le interesa. Tampoco vemos que ese crecimiento económico del que presumen se vea en inversión de obra pública.
Medios y periodistas vendidos al poder permiten la indecencia y la corrupción institucional sin límite y control. Ellos debieran ser los garantes de esta limpieza democrática fiscalizando ese poder a cada momento. Pero no, durarían dos días en esas editoriales dependientes de subvenciones, concesiones, publicidad... No hay mayor poder que regalar subsistencia, cargos, ministerios, impunidad, leyes, prebendas... Así funcionan las tiranías. En efecto, los golpes de Estado ahora no se dan con el ejército, se dan a golpe de prebendas para hacer a los demás dependientes de todo ello para tenerlos bien agarrados por los ovarios.
Los medios y periodistas que antaño tenían credibilidad eran respetados por todos, el poder era el primero, no se vendían, fiscalizaron y denunciaron la corrupción como mandan los cánones de su código deontológico.
Si se pierde la ética, se pierde la credibilidad.
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