Con las listas de espera crece la contratación de seguros privados de salud. El tema está muy bien para pruebas diagnósticas con más agilidad; pero ¿qué sucede cuando hay un problema grave?; estoy lógicamente hablando de personas normales, no de los que puedan pagarse un tratamiento oncológico en Houston. Las compañías privadas, como empresas que son, están para ganar dinero, y ante una enfermedad grave, sobre todo cuando genera mucho gasto, derivan al paciente a la sanidad pública y se quitan el “marrón” de encima. Yo soy funcionario hace ya muchos años, mutualista de Muface; tuve la opción de escoger los servicios sanitarios con una compañía privada. Me gustaría hacer pública una experiencia vivida para que todo el mundo sepa a qué atenerse.
En marzo pasado padecí un infarto agudo de miocardio, por lo que fui derivado al Hospital de Cabueñes desde el Hospital de Begoña. Tuve que ser trasladado por mi familia en coche porque la doctora que me atendió me dijo: “Siendo usted de esta compañía de seguro, la ambulancia tardará al menos una hora”. Ante una frase como esta, ¿qué pensarían ustedes de su seguro de salud? Pero esto no es todo... Afortunadamente sobreviví al infarto después de varios días en el Hospital de Cabueñes, donde tengo que decir que quedé encantado. Al alta me recomendaron tomar unas sesiones de rehabilitación cardiaca. Por la Seguridad Social se hacen en el HUCA, pero yo debía solicitarlas a mi seguro médico, que me pidió un informe del cardiólogo. Aporté el informe el 9 de mayo en las oficinas de la compañía, cuyo nombre no voy a mencionar; tan solo que sus centros se encuentran en la calle Ruiz Gómez en Gijón, y en la calle Charles Darwin en Oviedo. Se me dijo que sería cosa de 2 o 3 días, pero el tiempo pasaba y no había respuesta. La cardióloga me dijo que cuanto más tiempo pasara, menos sentido tenía esta rehabilitación. El 31 de mayo acudí a Oviedo a entrevistarme directamente con el responsable y me comentó que el tratamiento estaba autorizado pero que le quedaban unos “flecos de índole presupuestario” con el centro donde iba a realizarse; me pidió un poco de paciencia diciéndome que no le llevaría más de 10 días; esto fue, como digo, el 31 de mayo. A fecha de hoy, 16 de julio, nadie se ha comunicado conmigo. Si hubiese dependido de esta rehabilitación ya estaría bajo tierra; yo he tenido suerte... de momento; pero quizá otros, no. Ante la falta de respuesta puse una queja pidiendo una explicación; han pasado más de 15 días y ni tan siquiera se han dignado a contestar mi queja. Así es como funcionan algunos seguros privados. Puedo “entender” los retrasos de la sanidad pública, porque las listas de espera las forman personas que también están esperando una consulta, una intervención quirúrgica, etc.; pero no entiendo un retraso en la sanidad privada por “flecos de índole presupuestario”; en temas de salud el tiempo es oro. He querido compartir mi experiencia para que todos aquellos que tengan la misma compañía médica que yo, sepan el riesgo potencial que corren en un hipotético caso grave de salud; y a los que estén pensando en contratar una póliza, por favor, piénsenselo bien antes. El problema de la Seguridad Social es la masificación; se debería potenciar con más inversión en centros y en personal. Así también quizá podríamos evitar que profesionales de la medicina, que ha costado mucho formar, tengan que irse a servir a otros lares.
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