Hoy 19 de julio de 2024 me ocurrió un suceso que parecía más una película de Berlanga o una parodia de Gila que un episodio de la vida real, aunque ya se sabe que, en muchas ocasiones, la realidad supera con creces a la ficción.
Hacia las 10 horas de la mañana llamé por teléfono a Muface Palencia, para solicitar que me enviaran a mi domicilio veraniego de la ciudad de Palencia un talonario de recetas. Al otro lado del aparato me contestó la jefa del servicio y me comunicó que según las nuevas ordenanzas, supongo que las emanadas de la situación posterior al covid, tenía que enviármelo a mi domicilio habitual y no al que yo solicitaba, que está en la ciudad de Palencia. Entablamos a continuación un diálogo, que podríamos catalogar de besugos, que fue subiendo de tono hasta que ella amenazó con colgarme el teléfono y yo a continuación lo hice despidiéndome a la francesa. Antes de continuar con la exposición pido disculpas a mi interlocutora, tanto por la despedida como por el tono, unas veces irónico y otras de absoluta incredulidad e indefensión que mantuve con ella; provocado básicamente por la incomprensión y porque estaba seguro que la estupidez de la norma que me esgrimía no iba a solucionar el problema motivo de mi llamada.
El hecho en sí tiene bemoles. Si estoy en Palencia y me pongo en contacto con la delegación de Muface de Palencia para solicitar un talonario de recetas, es lógico pensar que lo necesito para acudir al médico en el lugar donde me encuentro, que es en este caso en la ciudad de Palencia. Pues no, si lo quiero me lo envía a mi domicilio, a 250 km de donde me encuentro, o nada, porque según la jefa de servicio lo dice una norma, que yo desconozco y ella se empeña en repetirme sin piedad: “defendella y no enmendalla”.
Si quisiera recibir el talonario en mi domicilio lo solicitaría con el móvil a la aplicación que Muface tiene para estos casos y no necesitaría molestar a la señora jefa de Palencia. La cuestión es que ante la negativa a enviármelo a mi domicilio palentino, nada más colgar el teléfono no me quedó otra que hacerlo por la aplicación. Ahora tendré que desplazarme a mi domicilio habitual dentro de una semana a recoger del buzón la carta con el talonario que debí recibir en uno o dos días en mi casa de Palencia. Y el caso es que esta es la primera vez que me ocurre, ya que los años anteriores llamaba, igual que he hecho este año, y desde el mismo sitio me enviaban un nuevo talonario a mi domicilio sin preguntarme nada y sin decirme que había una norma que lo impedía. Ahora pienso que tuve suerte los años anteriores y quien habló conmigo no era jefe, sino un funcionario que comprende los problemas y situaciones de los afiliados y los soluciona con educación y eficacia. Antes del covid simplemente me pasaba por la oficina y me facilitaban el talonario al instante. Demostrado queda que tiempos pasados fueron mejores, y mucho me temo que las mentes maquiavélicas que dirigen Muface tengan un plan premeditado para imponer a sus jefes de servicio provinciales, que ignoren las necesidades de sus afiliados y así más pronto que tarde obliguen por ineficacia y nepotismo a pasar a la Seguridad Social a todos los funcionarios y pasivos que aún seguíamos con nuestra mutualidad. Esto último se ve venir por manifestaciones de políticos irresponsables, pero que “malmandan” en nuestra denostada sanidad.
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