VIVIMOS EN UNA FARSA
Hace escasas fechas un barco polaco perdió seis contenedores frente a la costa portuguesa, de los cuales uno de ellos contenía pellets (bolitas de plástico).
En el mercante "Toconao", que así se llamaba el susodicho buque, los pellets venían con el nombre de una empresa con sede en Polonia.
Este material llega en sacos y disperso, por lo que no es fácil su recogida; aun así se aseguró que "se le pasará factura de la limpieza a la empresa propietaria de la carga"...
Y ahí está la cuestión, porque estos barcos que navegan bajo "bandera de conveniencia", ahora lo explico, resulta difícil, muy difícil, determinar las responsabilidades cuando se producen percances como este o peores.
Los cargueros, por lo visto, pierden una media de cuatro contenedores al día: cajones con ácido sulfúrico, toneladas de juguetes de plástico...
El World Shipping Council (WSC) es el organismo que regula el tráfico marítimo global; pues bien, este organismo estima que en la última década la media de contenedores que han acabado en el mar es de 1.200 al año.
La navegación mundial desplaza un total de 250 millones de contenedores a lo largo del globo, algunos altamente tóxicos.
Según un estudio de este organismo, la mayoría de las pérdidas de contenedores están relacionadas con errores humanos en la estiba de la carga, el conocido como "parametric rolling" o balanceo de la carga cuando las olas golpean la proa del barco en ángulo. Este peligro ha ido en aumento, según el WSC, en los últimos años por el cambio climático, en especial en el Pacífico Sur, región que soporta un mayor tráfico de cargueros por ser la conexión entre China y EE UU.
Seguimos...
Cada barco mercante debe registrarse en un país, el cual es conocido como "Estado bandera".
Panamá, Islas Marshall y Liberia son los principales Estados bandera, cerca de 8.600 barcos ondean la bandera panameña, EE UU unos 3.400 y China unos 3.700.
Hasta aquí, todo más o menos claro...
El problema está en que la llamada "bandera de conveniencia" permite que un barco cuyo propietario, pongamos por caso, es ruso navegue bajo bandera pañameña, lleve una carga de propiedad sudafricana, la aseguradora sea chilena, la empresa que contrata a los trabajadores sea rusa...
¿Y esto por qué es así?, porque la mayoría de los propietarios de estos barcos desean evitar las más estrictas regulaciones marinas de sus propios países.
Todo esto garantiza el anonimato de sus propietarios, lo que dificulta que rindan cuentas.
Paraísos fiscales de los océanos, donde las inspecciones de seguridad, los derechos laborales, las tasas portuarias, las responsabilidades en caso de accidentes... no son un obstáculo.
Esta práctica comenzó en la década de 1920 en los Estados Unidos, cuando los propietarios de cruceros registraron sus embarcaciones en Panamá para que pudieran servir alcohol a sus pasajeros durante la prohibición.
Pero esa es otra historia; la que ahora nos interesa es esta situación que se permite en el tráfico marítimo mundial por la que se amparan no ya injusticias laborales, ni la imposibilidad en la práctica de responsabilizar a nadie de un accidente como el de los pellets y tantos otros, sino hasta situaciones de esclavitud y trata de blancas.
Así de serio es, tanto desde el punto de vista humano como ambiental.
Visto lo que se pierde en el mar, no me extraña que ya se calcule que nos comemos lo equivalente a una tarjeta de crédito en plástico a la semana o a dos muñecas Barbie al año por persona.
Pero hete aquí que, después del "Prestige", viene el pellet, y aquí seguimos buscando responsabilidades que nos traigan votos y no verdaderas soluciones, que si tú, que si yo, que si la autonomía primero o el Ministerio antes...
Creo que va siendo hora de que se profundice en este problema mundial yendo al fondo de la cuestión, a cambiar una regulación internacional, y por tanto complicada, donde desde el Derecho Mercantil de cada Estado, normas y tratados internacionales, etcétera, están implicados y nos dejemos de la confrontación inútil.
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