Nadie logra viajar tan barato
El problema de fondo no es el coste en sí del viaje de Yolanda Díaz al Vaticano, sino la utilización que la vicepresidenta segunda hace del poder para justificar la opacidad y el ocultamiento
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, consiguió el pasado mes de diciembre un logro contable propio, no ya de una austeridad monacal llevada al extremo, sino casi de menesterosidad ministerial. Casi siete meses después de haberlo solicitado, ABC ha conseguido al fin que Transparencia informe del «gasto total» –así lo reclamó este periódico– del viaje realizado por Díaz y siete asesores al Vaticano para mantener un encuentro con el Papa. El viaje a Roma se produjo entre el 10 y el 11 de diciembre, y según la respuesta oficial que Díaz ha dado a Transparencia más de doscientos días después, el gasto en dietas de esas ocho personas fue de 224,36 euros. Sería un magnífico ejemplo de gestión si no fuera porque todo apunta a ser una quimera insultante. La vicepresidencia de Díaz no aporta ningún dato sobre el coste del desplazamiento en un Falcon oficial, ni sobre la estancia, el alojamiento o los gastos propios de una visita de estas características. Solo informa de esos 224,36 euros en dietas, lo cual nunca puede cuadrar con el sentido común porque dos días en Roma, a razón de dietas para ocho personas, nunca puede costar esa ridícula cantidad, salvo que la inmensa mayoría de gastos hayan sido sufragados por el bolsillo de los propios viajeros.
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