El BCE sale de nuevo al rescate de la deuda de Italia, Grecia, España y Portugal
El supervisor prepara un nuevo instrumento para evitar que se descontrolen las primas de riesgo
La nueva normalidad, en la que el Banco Central Europeo (BCE) pretendía retirar la respiración asistida con la que mantiene en funcionamiento la economía de la zona euro desde hace ya dos crisis, no nos ha durado ni una semana. Desde el anuncio de las nuevas medidas, el jueves pasado, los diferenciales de Italia, Grecia, España y Portugal siguieron ampliándose frente al bono alemán a 10 años, el Bund, de manera que la prima de riesgo italiana había escalado hasta los 242 y la española hasta los 135.
Ante el peligro de que la deuda entrase en una espiral descontrolada como la del verano de 2012, Christine Lagarde convocó este miércoles una reunión extraordinaria del Consejo de Gobierno del BCE, con tan poca antelación como nunca antes se había visto desde la fundación de la institución y que obligó a volar a toda prisa a varios de los miembros del Consejo desde Milán, donde tenían previsto asistir a una conferencia.
Flexibilidad
Tras el encuentro, el BCE emitió un comunicado en el que informaba sobre la decisión de «aplicar cierta flexibilidad en la reinversión» de los bonos de su programa de emergencia puesto en marcha durante la pandemia (denominado PEPP) y diseñar un nuevo instrumento «antifragmentación» para combatir la divergencia de los tipos de interés dentro de la zona del euro.
Esto significa que, a medida que vayan venciendo los bonos que el BCE ha estado comprando todos estos años y todavía tiene en su cartera, 300.000 millones solo en bonos españoles comprados en los dos últimos años, irá reinvirtiendo ese dinero realizando nuevas compras de deuda, ya no indiscriminadas, sino focalizadas en aquellos mercados de deuda más estresados. El BCE seguirá comprando deuda de los países más al borde de la bancarrota.
Además ha puesto a trabajar a toda máquina a sus equipos para que diseñen un instrumento de nueva creación con el que convencer a los mercados de que su programa de subidas de tipos de interés, la primera de 0,25% en julio y otra en septiembre de igual o mayor calado, es compatible con la lucha contra la excesiva diferencia de costes de endeudamiento entre los países del norte y del sur de la zona euro.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, señaló este miércoles que «las crisis nunca son las mismas dos veces» y que es necesario «tener el coraje de actuar cuando los hechos no están claros». «No podemos ser solo audaces, también debemos ser coherentes», añadió, recordando que el BCE debe ser fiel al espíritu, no solo a la letra del mandato.
Todos los expertos coinciden en que la situación, a fecha de hoy, dista todavía bastante de la del verano de 2012 -la crisis financiera-, pero también coinciden en que este comunicado no le llega ni a la suela del zapato al «whatever it takes» («lo que sea necesario») con el que Mario Draghi, entonces presidente del supervisor, consiguió embridar los mercados de la deuda.
«Después del ‘show’ de una reunión extraordinaria, que apuntaba a una reacción sin precedentes del BCE, no anunció una herramienta integral para combatir los diferenciales que podría proporcionar una solución permanente al problema», se quejan los expertos de Jack Conomics, que añaden que «la relajación inmediata que hemos visto en los bonos se convertirá rápidamente en presión de los mercados para que el BCE cumpla con una herramienta de la que todavía no sabemos nada».
Ese nuevo instrumento «podría adoptar diferentes formas, como un paquete de compras similar al PEPP pandémico o como un instrumento de respaldo ilimitado similar a la OMT», apuntan desde A&A, y añaden: «En la primera modalidad se indicaría el tamaño global y las compras podrían comenzar en breve, al igual que el PEPP podría ser más fácil desviarse de las claves de capital con poca condicionalidad, aunque no sería indefinido; mientras que en la segunda modalidad se podría tratar de un ‘backstop’ ilimitado, una opción más efectiva, y producir una bajada de diferenciales con solo anunciarlo, sin necesidad de activarlo hasta que sea realmente necesario, como hizo Draghi».
Efectos perversos
En este último caso se evitarían al menos de momento los efectos perversos sobre la inflación, ya bastante recalentada de por sí. Porque si Lagarde había anunciado el final de la fiesta del dinero barato era precisamente porque los precios amenazan con comerse el renqueante crecimiento económico recuperado después de la pandemia. Si ahora vuelve a comprar deuda, los precios en los países afectados seguirán subiendo.
«Básicamente, han lanzado un aviso al mercado de que se preparan para evitar que se salgan de control las primas de riesgo y que lo hacen encargando planes de contingencia antifragmentación a los comités internos pertinentes», aclara Víctor Alvargonzález, director de estrategia de Nextep Finance, que añade que «están enseñando los dientes a los inversores que apuestan por que se disparen las primas de riesgo».
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