Extremadura herida.
Un nuevo incidente ferroviario maltrata a los viajeros de Badajoz a Madrid.
Los responsables de Renfe bordaron el lunes la faena y asestaron un golpe más a los sufridos habitantes de Extremadura, una de las comunidades autónomas que en peor estado tiene las infraestructuras ferroviarias para comunicarse con el resto de España. Un tren que salió de Badajoz hacia las cinco de la tarde se estropeó en Mérida, así que todos los viajeros fueron trasladados a un nuevo convoy para continuar el viaje. Unas horas más tarde, en Navalmoral de la Mata, el tren de repuesto se detuvo más de la cuenta, tres cuartos de hora, pero aun así siguió adelante. Al poco rato, y en medio del campo, se paró del todo. Eran casi las diez y media de la noche y la emergencia no se resolvió hasta pasada la una de la madrugada del martes. La exhibición de desidia y de falta de reflejos no solo debe producir vergüenza a los responsables directos del descalabro sino a cuantos tienen la obligación de que en España las cosas funcionen. Y no funcionan si más de 150 viajeros se quedan a oscuras en mitad de ninguna parte durante varias horas.
Como suele suceder, amén de las acusaciones en cadena de cuantos aprovechan para responsabilizar al adversario político del desaguisado, volvieron a entonarse los lamentos sobre el abandono que padece Extremadura. Los datos vienen de lejos y son alarmantes. Es la comunidad donde la pobreza es la más alta del país —el 44,3% de los habitantes está en riesgo de exclusión social—, los jóvenes no tienen más remedio que emigrar para buscarse la vida —lo hacen unos 200 al mes, segun un estudio del Instituto Nacional de Estadística—, casi un millar de empresas han abandonado la región desde que empezó la crisis, aumenta la despoblación. Y las infraestructuras ferroviarias no funcionan: no hay líneas electrificadas y la falta de recursos se traduce en la falta de mantenimiento de unas vías destartaladas y unas máquinas casi obsoletas. Con lo que la pescadilla se muerde la cola, pues si la red ferroviaria no funciona mal van a ir el comercio, el turismo, la trama empresarial.
En noviembre del año pasado, tras unos meses en que se habían producido unas 300 incidencias relacionadas con el ferrocarril, los extremeños salieron a la calle para protestar contra un mal que amenaza con convertirse en endémico. Al frente de la manifestación estaban las autoridades de la comunidad, que reclamaban más atención y unos transportes dignos del siglo XXI. La construcción de la línea de alta velocidad entre Madrid y Lisboa ha padecido diversos contratiempos y sigue sin terminar de concretarse. Mientras tanto hay pasajeros que se quedan varados en mitad del campo. El AVE no siempre es la pócima adecuada para resolver las necesidades de transporte de los ciudadanos. Y son necesidades que deben resolverse de una vez.
SEGUIMOS CON LAS DOS ESPAÑAS BIEN DIFERENCIADAS.
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