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jueves, 4 de octubre de 2018

¿SABEMOS LO QUE COMEMOS?

¿Sabemos lo que comemos?


El etiquetado de los alimentos no siempre deja claro al consumidor lo que está ingiriendo ni su valor nutricional. Algunos países, como Chile, crean normativas para imponer límites a los productores y educar a la sociedad

Fibras naturales, 100% avena, integral... Hasta hace poco, el empaquetado y etiquetado de una galleta vendida en Chile la presentaba como una alternativa idónea para deportistas o para gente deseosa de llevar una vida sana. Pero desde junio de 2016, con la entrada en vigor en el país sudamericano de la ley 20.606, el atractivo envoltorio de la galleta se vio manchado por tres sellos negros: alto en azúcares, alto en calorías, alto en grasas saturadas.
La galleta, como centenares de productos, se vio afectada por esa nueva norma de etiquetado de alimentos, que obliga a indicar claramente en el frontal de los envases si superan los niveles considerados dentro del límite de lo saludable en estos cuatro aspectos. Ese alto, encuadrado en un octógono que recuerda a las señales de stop o pare, tiene algo de juego de palabras para enviar una advertencia clara e inconfundible para el ciudadano: lo que usted va a comerse rebasa de largo la cantidad recomendada de azúcar, sales, calorías o grasas. Si quiere, cómaselo, pero sabiendo qué es lo que come.
“Antes de esta ley, como sigue ocurriendo en otros países, tú tomabas cualquier producto y la información nutricional era críptica, casi imposible de desvelar”, critica el senador chileno Guido Girardi, principal impulsor de la norma. “Son difíciles de leer, y no es casualidad. Yo necesito gafas para ver la letra. Pero si me las pongo, ¿qué puede saber un ciudadano que no sea especialista de lo que significa azúcares libres, gramos por 100 gramos, ácidos grasos parcialmente hidrogenados…?”, se pregunta el político, que es también médico.
El sobrepeso y la obesidad son una de las principales amenazas para la salud pública en Chile, tras Uruguay, el país con peores datos de toda América Latina. Al menos 63 de cada 100 adultos chilenos pesan más de lo que deberían, y casi 29 de cada 100 son obesos. Entre los niños de seis años, la mitad sufren sobrepeso y uno de cada cuatro, obesidad.
“Cuando empezamos a analizar las causas, vimos que se violaba un derecho básico, que es el derecho a saber lo que uno come”, rememora Girardi, que no se anda con remilgos a la hora de criticar a la industria alimentaria. La idea inicial fue adoptar el llamado sistema del semáforo, que ya utilizan países como Reino Unido o Ecuador. Este modelo marca con colores (rojo, naranja y verde), el porcentaje de sales, azúcares, calorías, grasas o grasas saturadas presentes en cada producto, de acuerdo con las cantidades diarias recomendadas para adultos.
España, junto a otros países de la Unión Europea, rechazó implantar el semáforo alegando que podría confundir al consumidor por su simplicidad. Con él, productos libres de azúcar, pero con edulcorantes, obtendrían luz verde mientras otros alimentos ricos en grasas saludables, como el aceite de oliva, recibirían luz roja. “Ese es un modelo informativo hacia el que se mueve la industria, porque permite al consumidor educado —porque también hay que educarlo— tener un criterio informado para valorar una ingesta balanceada”, sostiene Mario Montero, presidente de la Agrupación Latinoamericana de la Industria de Alimentos y Bebidas (Alaiab).
“Ahora dicen eso, pero en su momento las empresas hicieron presión para que no lo implantáramos”, acusa Girardi. “Y nos vimos obligados a buscar otros métodos: preguntamos a los niños qué etiquetado les quedaba más claro, y en los estudios con menores nos dijeron que la señal de stop negra. El hecho de que ahora la industria no la quiera ni ver nos confirma que acertaron”. Montero discrepa. “El modelo chileno no busca informar, sino advertir. Le dice a la gente: ‘No coma usted esto, que es malo”, reprocha el representante empresarial. “Nosotros apostamos por la información”.
NOS ENGAÑAN Y EN LOS ETIQUETADOS NO INDICAN TODOS LOS COMPONENTES.

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