La recesión destruye la capacidad adquisitiva
Hay que recuperar los salarios y pensiones.
La pérdida de poder adquisitivo de las rentas es incompatible con una recuperación sostenida
La pérdida de poder adquisitivo de los salarios y pensiones, entre 2008 y 2014 (el 9,2% de caída, según el INE) es una de las consecuencias inmediatas de la política económica aplicada por el Gobierno de Rajoy para afrontar la recesión. De hecho, como se irá perfilando en adelante cuando se vayan conociendo con detalle los perfiles estadísticos de la crisis, la recesión se ha combatido con dos instrumentos básicos: un ajuste salarial drástico, orquestado a través de la Reforma Laboral y un ajuste presupuestario sin matices, que ha causado daños quizá irreparables en la Educación y en la Sanidad públicas.
No se puede decir que esta política económica no haya producido beneficios; ahí está la caída continua de la prima de riesgo, desde niveles insostenibles en 2012 hasta los relativamente cómodos de hoy, que ha permitido alejar a España (y a otros países, como Italia, porque el mérito hay que atribuirlo al BCE, en pago por las concesiones de los recortes) de los ataques especulativos. Pero, a cambio, esa política de depresión de rentas salariales corre el riesgo de convertirse en crónica, compromete la solidez de la recuperación, produce un empobrecimiento social (no compensado durante cinco años) y merma la capacidad de recuperación de los ingresos públicos.
Ha llegado el momento de reconsiderar la política de rentas en España. Ha pasado el momento de la depresión salarial como receta única, si es que alguna vez lo fue. En su lugar, debe sustituirse por una política de aumento selectivo de los salarios, tal como proponen instituciones tan conscientes (y tan alarmadas) como el BCE (por boca de Mario Draghi) o el propio Banco de España y ha llegado a sugerir el FMI. España necesita un acuerdo social para que las empresas con beneficios eleven los salarios sujetos a convenio. Sin rentas salariales no hay consumo, ni capacidad de expansión de la demanda interna ni capacidad para sostener un crecimiento sólido más allá de 2017.
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