Thomas Piketty, director de la Paris School of Economics
“¿Triunfar hoy? O eres un genio o un corrupto”: Piketty explica el siglo XXI
Un economista francés que cumplirá 43 años el próximo 7 de mayo es el autor del libro de moda en Europa y EEUU, ese que debe leerse obligadamente.
Un economista francés que cumplirá 43 años el próximo 7 de mayo es el autor del libro de moda en Europa y EEUU, ese que debe leerse si no se quiere estar fuera de juego. Thomas Piketty, director de estudios en la l'Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales y profesor en la Paris School of Economics, es el autor de El capital en el siglo XXI, libro que está ya en la lista de ventas del New York Times, la más prestigiosa en EEUU, y es de los más demandados en Amazon. La reciente conferencia de Piketty en la Universidad de Nueva York levantó gran expectación, y más aún después de que Paul Krugman dijera que su libro iba a ser el más influyente en mucho tiempo.
Según Piketty, vivimos en una nueva edad de oro de la economía, pero de peculiares características, ya que el aumento de riqueza, en lugar de beneficiar al conjunto social, está provocando un retorno a los niveles de desigualdad del siglo XIX. El capitalismo patrimonial está de regreso, más allá de que el origen de la fortuna se sitúe en la tierra, como ocurrió el siglo XVII; en la industria, como sucedió en el XIX; o en el entorno inmobiliario y financiero, como en el XX. Volvemos a la misma lógica de la acumulación y a la economía dominada por las dinastías familiares.
Estoy vacunado contra toda clase de perezoso discurso anticapitalistaLa solución a esta involución que Piketty aborda en su libro, como bien señalaba ayer Kike Vázquez, consiste en gravar las rentas del capital hasta que su retorno neto (después de impuestos) agregado se sitúe por debajo del crecimiento económico. Para conseguir ese fin, propone un impuesto global del 80% a las rentas superiores al millón de dólares, del 50-60% por encima de 200.000 dólares, y un impuesto a la riqueza del 10% anual en las mayores fortunas, o del 20% una única vez en patrimonios altos.
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Más allá de la propuesta que Piketty pone sobre la mesa, lo cierto es que su diagnóstico está siendo tenido muy en consideración, también desde la derecha económica. James Pethokoukis, del Instituto Empresarial Estadounidense, advierte en National Review que el trabajo de Piketty se tiene que refutar porque, de lo contrario, “se difundiría entre los eruditos y transformaría por completo el escenario donde las futuras batallas políticas se librarán”.
Piketty no logra evitar la acusación de marxista con que se le inviste desde el sector más liberal, algo difícil de conseguir, y más aún cuando su libro se titula El capital del siglo XXI, pero esa objeción no le genera mayor problema, dada su irrelevancia. Sin duda, es la clase de argumentos que pueden funcionar como retórica para analistas políticos ideologizados pero carecen de cualquier apoyo en la realidad. Como declaraba a la revista francesa Philosophie Magazine en noviembre de 2013, Piketty forma parte de una generación que tenía 18 años en 1989 y que se hizo adulta con la caída del muro. “No he tenido jamás la tentación del comunismo y estoy vacunado contra toda clase de perezoso discurso anticapitalista. La propiedad privada y el capital no me plantean ningún problema de principios. Mi inspiración, más allá de Marx y de Tocqueville, es el artículo primero de la Declaración de derechos del hombre de 1789, que tras señalar la igualdad natural entre todos los hombres, estipula que ‘las distinciones sociales no pueden estar fundadas más que sobre la utilidad común’. El mercado es necesario a condición de que sea nuestro esclavo y no al contrario”.
La única manera de vivir desahogadamente era haber heredado. El trabajo, la educación y el mérito no conducían a nadaLos problemas que este contexto desigual genera no se agotan en la redistribución o en la justicia, sino que también terminan con las posibilidades de una sociedad estable. Como señalaba el economista francés “si esta tendencia continúa, las desigualdades se volverán insostenibles para 2040 o 2050. Incluso los más fieles defensores del mercado deben estar preocupados, porque si el rendimiento del capital es mayor que la tasa de crecimiento, se ampliarán mecánicamente las desigualdades, con el riesgo de que un declive nacional brutal, a través del nacionalismo político o del proteccionismo exacerbado, pueda servir como válvula de escape para las tensiones sociales. Espero que hayamos aprendido las lecciones del siglo XX”.
En El Capital en el siglo XXI, Piketty utiliza significativamente una obra de Balzac, Papá Goriot y, en especial, la descripción sobre cómo funciona la sociedad que realiza Vautrin, uno de sus personajes, para subrayar el tipo de mundo que dejamos atrás y que volveremos a encontrarnos a la vuelta de la esquina. “Me fascina la violencia de su diagnóstico sobre la estructura de los ingresos y la riqueza: a principios del siglo XIX, la única manera de vivir desahogadamente era haber heredado. El trabajo, la educación y el mérito no conducían a nada. Balzac señala lo que le espera a un personaje como Rastignac; da igual que se convierta en fiscal a los 30 años o que sea un abogado destacado a los 50, porque los ingresos del trabajo serán insignificantes en comparación con el nivel de vida que le espera casándose con la rica señorita Victorine”.
Dado que el tipo de sociedad, en su reparto económico, va a ser muy similar a la descrita en la obra, nos reencontraremos pronto con muchas de las actitudes en ella descritas. Algunas de ellas suenan ya muy actuales. Así será nuestro mundo, según el discurso de Balzac que cita Piketty:
1. “Cómo hacer rápidamente una fortuna, es el problema que se plantean en este momento cincuenta mil jóvenes que se encuentran en la misma situación que usted. Usted es uno de ellos. Calcule los esfuerzos que tiene que hacer y lo encarnizado del combate. Tienen que devorarse unos a otros como fieras, dado que no hay cincuenta mil buenos puestos”.
Hay que mancharse las manos si se quiere sacar tajada, sólo es preciso sabérselas limpiar bien después; en eso consiste la moral de nuestra época
2. “¿Sabe usted cómo se triunfa aquí? Con el brillo del genio o con la habilidad de la corrupción. Hay que entrar en esta masa de hombres como una bala de cañón o deslizarse en ella como la peste. La honradez no sirve para nada... La corrupción es lo que prima, el talento es raro. Por eso, la corrupción es el arma de la mediocridad que abunda, y sentirá usted sus alfilerazos por todas partes”.
3. “El hombre honrado es el enemigo común. Pero ¿qué cree usted que es un hombre honrado? En París un hombre honrado es el que se calla y no quiere tomar parte en la corrupción general. No hablo de esos pobres esclavos que hacen todos los trabajos sin ser nunca recompensados, y a los que yo llamo la cofradía de las zapatillas de Dios. Ciertamente en ellos está la virtud en todo el esplendor de su necesidad, pero también está la miseria. Estoy viendo la cara que pondrían esas buenas gentes si Dios nos gastara la broma pesada de no asistir al Juicio Final”.
4. “Si quiere usted tener rápidamente fortuna, ha de ser ya rico o parecerlo. Para enriquecerse hay que dar golpes importantes, no conformarse con pequeños trapicheos. Si en las cien profesiones que puede usted abrazar hay diez hombres que triunfan rápidamente, la gente los llama ladrones. Saque usted sus conclusiones. He ahí la vida tal como es. No es más agradable que la cocina; huele igual de mal y hay que mancharse las manos si se quiere sacar tajada; sólo es preciso sabérselas limpiar bien después; en eso consiste toda la moral de nuestra época”
Lo único que podemos hacer si no queremos vivir en el mundo descrito por Balzac, es resolver los problemas de desigualdad. En caso contrario, avisa Piketty, “esta contradicción se resolverá por la violencia”.
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