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miércoles, 3 de diciembre de 2025

GOBERNAR PARA ELLOS.

 Señores del Gobierno: ustedes sí que viven estupendamente. Mientras la gran mayoría de la sociedad lucha por sobrevivir, ustedes gobiernan para su propio bienestar, sin importarles el precio que paga la ciudadanía.

A los jóvenes no hay que manipularlos. Ellos saben, sin necesidad de que nadie les cuente nada, que el salario no alcanza, que el empleo es precario, que la vivienda es un lujo imposible, que la sanidad se deteriora cada día y que la posibilidad de futuro se torna cada vez más negra y preocupante. Saben que emprender es una quimera, que las oportunidades se esfuman y que incluso las pensiones son una incógnita peligrosa. La juventud ve con claridad el empobrecimiento generalizado, y lo ven con ustedes gobernando, no con Franco.

Ustedes gobiernan a base de deuda pública, de encarecer la vida, de impuestos a diestro y siniestro. Nada funciona, salvo su propia comodidad. La gente observa cómo sube el precio de todo lo esencial: un coche utilitario, la luz, los carburantes, el coste de la vida... y cómo sus sueldos y pensiones no lo hacen en la proporción adecuada, y mientras, el empobrecimiento se extiende sin freno.

No, una dictadura no es comparable. Y después de una guerra civil cruel, nadie vivió bien hasta muchos años después; ya casi nadie queda vivo de aquellos primeros tiempos: nuestros padres. Los que sufrimos aquel final del franquismo recordamos un tiempo que, aunque difícil, estaba lleno de esperanza, ilusión y lucha. Fue una época en la que peleamos por una democracia y una libertad que hoy ustedes pisotean con indiferencia.

Aquella Transición no fue un regalo: fue posible gracias a quienes arriesgaron su vida por ella, quienes hicieron huelgas, se manifestaron en plena dictadura y se enfrentaron a los grises bajo fuego real. Cada avance conquistado se pagó con riesgo, cárcel y valentía. Ni Juanca ni el emérito tienen mérito alguno; si hubieran intentado otra cosa, la sociedad y el mundo alrededor no lo habrían permitido. Era otra sociedad, menos complaciente, más consciente, más exigente que la actual.

Hoy, cuando vemos retrocesos en derechos, libertades e igualdad ante la ley, comprendemos con absoluta claridad que aquello que costó tanto conquistar vuelve a estar en peligro. Y si no se actúa, si no se defiende lo que tanto costó, los que vinieron después de aquella dictadura volverán a sufrir las consecuencias de la negligencia de quienes gobiernan solo para sí mismos. El sanchismo es un serio peligro para lo referido. No quiere darle voz al pueblo soberano, dice que es para salvarnos de nosotros mismos, ya que igual nos da por votar a otros que no sean ellos. Curioso, ¿verdad? Estamos ante una clara autocracia sin máscara.

Es hora de que los responsables entiendan: el tiempo de vivir a costa de los demás se ha acabado. La historia y la justicia los juzgará, no tengan duda alguna. Y los ciudadanos también tienen complicidad por aceptación. Este individuo, hace cuarenta años, no se atrevería a aferrarse al poder con todo lo que vemos a su alrededor: corrupción, indecencia, impunidad, indultos, pactos que no haría, mentiras, promesas incumplidas... carestía de vida, listas de espera, turismo invasivo e inmigración sin control, que hace que se encarezca todo y no haya vivienda para los de ahí.

Se reparte y comparte un Estado de bienestar para el que no aportaron ni un solo euro, tanto turistas como inmigrantes con efecto llamada: hospitales, carreteras, ambulancias, médicos, policías, vivienda, calles, parques... y solo traen carestía e inseguridad. Con lo cual, el empobrecimiento es galopante y el Estado de bienestar se perderá por exceso de solidaridad. Así ocurre en Francia, Inglaterra, y en muchos los países europeos, un imperio de bienestar que costó años conseguirlo para destruirlo en poco tiempo. Ningún imperio sobrevivió al tiempo. Europa, tal como fue envidia de todos, se regala a lo peor que viene sin control, sin exigir integración, pase, referencia u obligación: "Entre todos la mataron y ella sola se murió".

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