El dolor verdadero no se mide en días de permiso laboral. No hay fórmula que alivie la ausencia de un ser querido. Quedarse en casa contando los días no sustituye el cuidado y el amor que debimos ofrecer mientras esa persona estaba viva.
Las madres, los amigos, los seres amados, se cuidan en vida. Las flores se disfrutan cuando están frescas; mejor regalarles un paseo, un abrazo, un momento compartido. Un buen jamón, un paseo con ellos en lugar de pasear al perro, son acciones que realmente importan. Después de muertos, nada de eso sirve; el tiempo y la atención se han perdido para siempre.
Si cumpliste en vida con tus deberes de amor y cuidado, no necesitas permisos ni rituales para seguir recordando a quienes has amado. Pero si no lo hiciste, los días de luto no repararán lo que ya se perdió.
Lo mismo ocurre con algunas sociedades que prometen bienestar sin sustento real. Cuba y Venezuela ofrecieron vivienda, comida, educación y ocio gratuito. En teoría, era una promesa de bienestar. Pero esos "regalos" llegaron sin condiciones económicas ni trabajo suficiente para sostenerlos. Resultado: tiempo libre garantizado, pero sin medios para disfrutarlo; ocio sin propósito, resignación y pobreza. El lujo del tiempo se convierte en vacío si no hay medios ni dignidad.
¿Eso queremos para nuestro país? Recuerden las alabanzas de esta ministra hacia Cuba. Ahí nos llevan estos políticos demagogos y populistas.
La lección es clara: ama y cuida a tus seres queridos ahora, mientras puedas. Haz que tu tiempo y tus acciones tengan sentido. Las flores, los permisos, los regalos y los paseos simbólicos solo valen si se hacen en vida, con atención real. Después, ya es demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario