Iba a tomarme un día libre de sospechas, pero se me ha ocurrido sacarle de su letargo vacacional proponiéndole que responda a una pregunta simple: ¿quién diría usted que es la persona más malvada de la historia mundial? Buena pregunta, ¿eh? La mayoría respondería de inmediato: ¡Hitler!
Los medios de comunicación de la posguerra ya se encargaron de lavar el cerebro a los "baby boomers" para que "pensaran" (es decir, salivaran como los cachorros de Pavlov) que Hitler era el monstruo más malvado de la historia.
Otros muchos dirían que Stalin, y algunos otros podrían mencionar a Gengis Kan, el líder mongol que vivió hace unos ocho siglos, o a otro personaje histórico de un pasado lejano y de un lugar lejano. ¿Nerón, quizás? ¿Qué decir de Herodes el Grande? Piense que este tipo tenía como objetivo cargarse nada menos que al Hijo de Dios antes de nacer, y aunque fracasó, como Hitler, al no erradicar a los elegidos de Yahvé, ¿no merece un lugar en el panteón de los villanos?
¿O se le ocurre acaso un supervillano más cercano, inmaduro y arrogante, quizás un compatriota suyo? (No, no, querido progre, no me estoy refiriendo a Franco). Vale, nos quedamos con Hitler.
De hecho, el sueño febril de la historia alternativa nos cuenta que, si no hubiéramos derrotado a Hitler, hoy estaríamos hablando alemán: "Ende gut, alles gut" (el fin justifica los medios), que diría Hitler.
Como sabe, el ácido prúsico, más conocido como cianuro, fue el método elegido por varios jerarcas nazis cuando la derrota en la Segunda Guerra Mundial era ya inevitable.
Un veneno similar con el que habían gaseado a millones de personas en los campos de exterminio corrió por sus gargantas cuando se hallaban cercados por los soviéticos en el búnker de Berlín o capturados por los aliados.
La primera en abandonar esta perra vida fue su perra "Blondi", tras ingerir una cápsula de cianuro (lo mismo haría la esposa de Hitler, Eva Braun, el 30 de abril del 1945). Horas después de contraer matrimonio, fue el propio dictador quien terminó con su vida, tras un disparo en la sien derecha.
Un detalle no menor para con los conspiranoicos es recordar aquí que el cuerpo de Hitler nunca fue encontrado... y los nazis estaban por entonces trabajando duro en medicamentos antienvejecimiento... Uhmm.
Sé lo que está pensando. Usted cree que Trump es, en realidad, Hitler con el pelo decolorado y teñido, un poco de cirugía y un montón de peso extra gracias a las hamburguesas "big" de McDonald's. Es una posibilidad, pero recuerde que, en la mayoría de los casos, no se puede probar que algo no sucedió, al igual que no se puede probar que algo o alguien no existe.
No se puede probar, por ejemplo, que el monstruo del lago Ness no existe. Así, la carga de la prueba recae en cualquiera que afirme que existe.
Bueno, no importa. Lo importante es que, entre todos, hemos parado a la ultraderecha, y ni Franco, ni Hitler, ni Mussolini pueden ser ya los presidentes del Gobierno.
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