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jueves, 10 de julio de 2025

CUIDATE TU, PUES NANDIE TE CUIDA

 Estoy más que harto de que un día sí y otro también, en un acto de autoflagelación en penitencia por mis pecados, tenga que escuchar educadamente a personas que, hablando como si pidieran una recompensa, me cuentan los miles de pasos que han dado hoy, así que, oprimido por una publicidad implacable, he decidido responsabilizarme del control de mi propia salud. Como lo lee.

En definitiva, aprovechando que los pequeños secuaces de Satanás están ocupados haciendo su trabajo, acabo de tomar la drástica decisión de monitorear mi salud desde el cómodo sofá, con un dispositivo de rastreo biométrico, un Apple Watch o un FitBit Versa 4, que se llevan puestos, monitorizan los niveles de actividad, la frecuencia cardiaca u otras constantes vitales y hasta te avisan, antes que tu cuerpo, si estás enfermo o a punto de vomitar.

Asumo el riesgo de que todos los datos de estos dispositivos serán recopilados y sus dragones guardianes los atesorarán como oro, y aunque "nunca" los usarán para nada, aunque podrían, soy consciente de que será posible rastrear mi huella de carbono y que las compañías energéticas querrán acceder a estos datos para recompensar a los clientes que caminan, corren o van en bicicleta, en lugar de hacerlo en coche.

O las compañías de seguros de vida, que ajustarán sus primas o rechazarán mis reclamaciones basándose en las "poco saludables" decisiones o en mi condición de persona "insuficientemente activa".

Aun así, quiero saber cómo los alimentos afectan a mis niveles de glucosa, mi frecuencia cardiaca y otros parámetros, para empezar a tomar buenas decisiones sobre mi dieta, mi nula actividad física y mi estilo de vida, también nulo.

Quiero, en mi condición de jubilado inactivo, levantarme cada mañana siendo consciente de lo que como y cuándo, adónde voy, a qué velocidad viajo, cómo llego, cuándo duermo y durante cuánto tiempo. Y quiero un premio.

Algo así como lo que hacen en algunos países donde condicionan socialmente a la plebe a reciclar mediante el uso de contenedores de basura inteligentes.

Cada hogar tiene una llave inteligente para abrir los contenedores de cada tipo de reciclaje (vidrio, plástico, cartón, orgánico), y los siervos obedientes ganan premios, como un descuento en el impuesto de recogida de basura, ya que la llave registra la frecuencia con la que abren los contenedores.

Ufff, me pasa el calentón y reflexiono lógicamente: ¿no podría simplemente vivir sano y olvidarme de todas esas tonterías?

Es que, realmente, no tengo interés en conocer mi frecuencia cardiaca, ni mi porcentaje de grasa corporal. Si hago ejercicio, mi corazón y mi respiración se aceleran, y lo noto porque presto atención a mi cuerpo, no a un aparato electrónico.

Decididamente, no me importa la glucosa en sangre, porque evito comer carbohidratos, así que mi glucosa en sangre estará en el fondo: el hilo de glucosa que todo hígado humano produce, sin importar lo que coma o beba. No me preocupa cuánto dormí; si estoy cansado al despertar, retomo el sueño. Camino varias horas todos los días, bebo agua si tengo sed, y me quito la camisa si hace sol.

El empujón definitivo me lo acaban de dar un montón de dibujos animados de mujeres calvas, delgadas y con aspecto poco saludable, corriendo por ahí, revisando sus dispositivos portátiles para ver lo saludables que están. ¡Vade retro!

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