El PSOE está en shock y, por tanto, el Gobierno de coalición también. Nadie sabe qué ocurrirá tras el tsunami político que ha paralizado y colapsado la legislatura en España, tras el informe de la UCO y las despreciables conversaciones entre los autores de tal aberración.
Y está en shock, entre otras cosas, porque Pedro Sánchez llegó a la Moncloa tras la moción de censura a M. Rajoy, cuyo partido llevaba años infestado de casos de corrupción y sentenciado por el Tribunal Supremo por el "caso Gürtel". "No hay pan para tanto chorizo" era uno de los lemas que sacudían las calles hace tan solo diez años. Y los partidos de izquierdas tomaron esa bandera y prometieron la lucha contra la corrupción. Nada o muy poco se ha hecho al respecto y, por el contrario, en el seno del Gobierno (Ábalos/Koldo) y del partido (Santos Cerdán) surgió una pandilla para delinquir.
Es cierto que en ambos casos se ha actuado con diligencia (sin esperar ninguna sentencia, ni siquiera una imputación. Todo lo contrario de como actúa el PP, que, tras la sentencia de la Gürtel, M. Rajoy no dimitió). Pero es cierto también que los ceses no son suficientes. Urgen una remodelación del PSOE y del Gobierno (en la parte socialista) y la presentación en el Parlamento de medidas urgentes para el control y supervisión en los concursos y adjudicación de obras. Es absolutamente incomprensible que un personaje como Koldo García pase de ser un currante de un puticlub a ser quien "gestiona" las mordidas con las grandes empresas de este país.
Es cierto también y, en mi modesta opinión, es una de las claves para la dificultad que encierra el caso en la toma de decisiones para adelantar unas elecciones generales. El relato que se viene imponiendo en los medios afines al PP/Vox es que vivimos en un Estado autoritario, corrupto, donde Sánchez es quien lo organiza todo desde la Moncloa. Es el capo de la mafia ("Mafia o democracia" es su lema) y para llegar a ello ha sido necesario generar un estado de opinión con la utilización de todos los recursos (judiciales, mediáticos, bulos...). "Quien pueda hacer que haga" (J. M. Aznar, quien carga en su mochila al Gobierno más corrupto que ha tenido este país: once ministros afectados por corrupción). Con ello se ha pretendido instalar en la población que estamos regidos por el "Gobierno más corrupto de la historia de España" (hay que tener cuajo para decirlo sin ruborizarse... pero funciona).
Es razonable suponer que ante tal cúmulo de falsedades (caso Begoña Gómez, caso David Sánchez, caso fiscal general del Estado... y los nombres de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero; del ministro canario, Ángel Víctor Torres; de la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera...) se pretendía construir un falso estado de corrupción, hasta que aparecieron Ábalos y luego Cerdán. Es razonable suponer que Pedro Sánchez creyera en la honradez de estos tipos, después de sufrir en carne propia (su esposa, su hermano, el fiscal general...) la persecución judicial sin precedentes. Si además tienes que vivir en directo la negación cínica del hombre de tu absoluta confianza desde hace once años, cuando todo el mundo ya conocía los audios. La verdad, no me pongo en su piel. Es el mejor regalo que se le podía hacer a PP/Vox. Se mezclan todos los casos y, en efecto, "ya lo decíamos, el Gobierno más corrupto de la historia". De momento funciona el lema aznariano "Quien pueda hacer que haga". Y ya son más de 130 sedes del PSOE vandalizadas, con banderas franquistas, brazo en alto y "Sánchez al paredón".
Con estos mimbres, Pedro Sánchez tiene que decir si adelanta las elecciones o aguanta hasta 2027. Si decide lo segundo, la pregunta es ¿cómo? Para empezar, es insostenible por más tiempo mantener a Grande-Marlaska en Interior. ¿Cómo es posible que desconociera el trabajo de la UCO que ya era conocido por el PP?
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