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sábado, 26 de abril de 2025

LA IGUALDAD SIN IDEOLOGIA

 No creo que haya nadie en Occidente tan idiota que ponga en duda que la igualdad entre los hombres y las mujeres es deseable. Todos entienden a qué tipo de igualdad me refiero, porque físicamente no somos iguales. La igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, la igualdad salarial por el mismo trabajo. A ningún hombre en Occidente, y en buena parte de Oriente, le gustaría que su madre, sus hermanas o sus hijas no tuvieran el derecho a la igualdad. Durante mucho tiempo las mujeres no han disfrutado de esa igualdad, y no disfrutan, ni de lejos, de ella en muchos países y en varias culturas y religiones. Pero esa sociedad patriarcal (ya hemos hablado de que, durante mucho tiempo antes, fue matriarcal) ha cambiado en los últimos años muy rápidamente en Occidente y en algunos países de Oriente. Lo que en principio era algo de justicia, bueno y deseable para cualquier persona de bien, ha pivotado hacia una situación, la actual, donde esa igualdad no es tal, para nada: la mujer tiene más derechos que los hombres, disfruta de leyes (claramente inconstitucionales) que la favorecen y esa igualdad se ha edificado sobre las cenizas de los derechos de los hombres, de todas las personas. Los grupos feministas y los partidos políticos y movimientos interesados en destruir a las familias utilizan el argumento de la igualdad no ya como bandera, sino como estilete. Que por el mismo delito al hombre le caiga más pena que a la mujer (agravante de género) es de juzgado de guardia, nunca mejor dicho. Que la custodia de los hijos cuando hay separación o divorcio (eso conlleva el disfrute del domicilio y las pensiones a los hijos) sea otorgada en la mayoría de los casos a los mujeres no es igualdad. Seguramente hay casos, no diré que no, pero, a lo largo de mi vida he trabajado en varias empresas donde había hombres y mujeres y nunca he visto que, por el mismo trabajo, el salario no fuera el mismo. En muchas profesiones bien remuneradas las mujeres ya son mayoría, un ejemplo paradigmático es la judicatura: en España hay 2.315 jueces y 3.101 juezas, aunque, muy graciosamente, esos grupos feministas y esos partidos políticos acusan habitualmente a la judicatura de machista. Para llamar machista a una jueza hay que tener mucha cara dura y mucho aplomo. Otro argumento que frecuentemente esgrime el feminazismo sobre la igualdad es que las mujeres no están igualmente representadas en los consejos de administración, por ejemplo. Puede ser, pero los hombres tampoco lo están ya en los gobiernos (véase el de España, donde llegó a haber catorce mujeres y solo ocho hombres) ni en los cargos más representativos de la UE. ¿Han puesto el grito en el cielo los hombres por eso? Llama la atención que las mujeres no reivindican la igualdad para ir a los lances bacaladeros a Terranova, a 20 grados bajo cero, o para subirse a un andamio a 30 metros de altura a colocar ladrillos, "eso es cosa de hombres". Tampoco hubo ninguna reivindicación feminista cuando existía en España el servicio militar obligatorio, exigiendo que las mujeres fueran también a la mili como los hombres. Y si entramos en el asunto de los cupos, donde para acceder a un trabajo importa más el sexo, el género, que el mérito, es para mear y no echar gota. Así que una cosa es la igualdad y otra muy distinta la ley del embudo, ancho para mí y angosto para ti. ¿Entendido?

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