El sector agrícola español, clave en nuestra economía y base de las comunidades rurales, se enfrenta a una competencia desleal que amenaza su supervivencia. Tanto multinacionales como grandes distribuidoras están imponiendo unos precios de compra tan bajos que muchos agricultores apenas cubren sus costes de producción. A esto se le suma la entrada de productos extranjeros con unos precios todavía más bajos, empeorando aún más la situación.
Frente a este escenario, los agricultores se han visto obligados a salir a las calles con sus tractores para protestar por esta injusticia, pero no ha sido suficiente. No podemos permitir que miles de agricultores no puedan vivir de la agricultura; es fundamental que tanto el Gobierno como la sociedad tomen conciencia de esta problemática, que afecta a miles de familias.
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