El culpar al número dos del partido sin enterarse de nada de lo que hacía no le puede salir gratis a Pedro, es considerarse a sí mismo culpable in vigilando e in eligiendo.
Ábalos fue con Pedro Sánchez portavoz del PSOE, secretario de organización y ministro, además de su hombre de total confianza.
Un presidente y secretario general no solo está para aparentar y cobrar, se deben asumir responsabilidades por las debilidades de sus colaboradores principales si no las ataja y desenmascara a tiempo.
Es curioso, quien entró en el poder denunciando la corrupción ahora flota sobre ella.
En política, una persona que ha propiciado una situación, o no la ha impedido pudiendo tal vez hacerlo, o no se enteraba de nada, será responsable político y moral de lo que han hecho mal sus fieles colaboradores. Por decencia, personalidad, grandeza profesional y personal debe dimitir (se ríen, verdad, es mucho pedirle a un sujeto tan arribista como Pedro) sin que con ello le implique más allá de toda su ineptitud a la hora de rodearse de personas de fiar.
Ya fuera de la implicación o no de Ábalos o del mismo Sánchez en cualquiera de sus facetas de responsabilidad jurídica, política o moral, gobernar España sustentándote y sosteniéndose en quienes odian este país (del que se quieren salir), en quienes homenajean a los asesinos etarras; dando impunidad a corruptos, delincuentes y fugados, además de otros pagos que por falta de claridad y transparencia no sabemos el alcance de los mismos, la implicación que podrá tener para el resto de comunidades ese cupo fiscal insolidario que se regala a Cataluña, al que llaman singularidad catalana, que no es más que otra exigencia independentista al respaldo a Sánchez para conseguir soberanía fiscal plena, bueno, seguro que hay matices, todos favorables a los separatistas... Todo eso por sí solo debería hacer caer a cualquier gobierno de cualquier país democrático que se precie
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