Es cierto que los españoles somos difíciles de gobernar porque tenemos el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Y eso nos lleva a pensar con el corazón y a sentir lo que pensamos. Y así lo hemos ido demostrando a lo largo de nuestra historia. Pero tuvimos que llegar al límite con la Guerra Civil y pasar luego 40 años de dictadura, muy dura especialmente en los primeros 20 años, para darnos cuenta de que somos un gran país cuando estamos unidos.
Unidos hicimos una transición a la democracia que ha sido ejemplo de convivencia. Unidos sufrimos a un enemigo común durante 42 años que fue la banda terrorista ETA. Y unidos llevamos casi 50 de democracia, el mayor periodo en la historia de España. Una democracia ya madura para nosotros, aunque muy joven en comparación con otras mucho más longevas. Y quizás sea ese el error, que nos creemos ya todos unos expertos en esto de la democracia. Y no, aún tenemos que ir pisando con mucho tiento y seguir unidos para no desencuadernar la Carta Magna.
Pero llegó un presidente de gobierno que lleva tatuada la frase atribuida al emperador romano Julio César "Divide et impera". Es su lema y su estrategia política vital desde que se sentó en el sillón presidencial. Como muestra, un botón, cuando una de sus primeras decisiones como presidente tras la moción de censura fue exhumar los restos de Franco y pasearlo en helicóptero por el cielo de España. Y los vapores que salieron del mausoleo al exhumar al dictador abrieron la cicatriz aún tierna de las dos Españas. Que 50 años no es nada, con permiso de Gardel. Y los que estaban esperando la ocasión, entre ellos Bildu, aprovecharon para meter la cuña en la grieta que empezaba a abrirse.
Pedro Sánchez necesita a Bildu y Bildu necesita a Pedro Sánchez. Son como dos vampiros condenados a chuparse la sangre mutuamente para sobrevivir. La última transfusión de Pedro Sánchez a Bildu es hacer jornada de puertas abiertas en las cárceles colando una enmienda por atrás, con perdón, para beneficiar penitenciariamente a los asesinos de ETA. Y mientras tanto, el partido en la oposición por las mañanas no hace nada y por las tardes lo pasa a limpio. Y cuando lo pillan se acoge al: "Pido perdón, me he equivocado, no volverá a ocurrir" que acuñó el Emérito.
Y ya en el colmo de la mezquindad, tanto Gobierno como Bildu miran a las víctimas a la cara sin pestañear y les exigen respeto. Dicen que "preservar los derechos de todos es avanzar", y yo me pregunto dónde están los derechos de los más de 850 asesinados, entre los que se encuentran civiles, políticos de todos los colores, miembros de la judicatura, guardias civiles, ertzainas, policías, militares y 22 niños, y de los centenares de heridos, muchos de ellos con secuelas físicas de por vida, todos con secuelas psicológicas.
Repito, más de 850 asesinados, entre ellos 22 niños. 22 niños.
También dicen jugando con las palabras que "todos los presos vascos tienen los mismos derechos que el resto de los reclusos". El matiz está en que no son "presos vascos", son "presos asesinos". El matiz está en que ETA asesinó también a ciudadanos vascos. El matiz está en que ETA no era portavoz del pueblo vasco como tampoco lo es Bildu ahora.
La historia es una, única. Pero unos la reescriben a su interés, otros que no la han vivido se dejan aleccionar sin indagar ni analizar, y a los que sí la hemos vivido nos están dividiendo.
Porque "divide et impera".
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