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domingo, 15 de septiembre de 2024

LOS PEORES POLITICOS DE LA DEMOCRACIA

 Está claro, el periodismo pasó de ser el cuarto poder a depender del elogio continuo que le den al poder de turno para sobrevivir.

Aquellos medios que vendían periódicos a barrer, que tenían publicidad a repartir, aquellos anuncios por palabras de comprar, vender, alquilar o solicitar algo desaparecieron por razones diversas. Claro que el boom de internet en los años 90 fue el causante del declive de la prensa escrita y pronto de la digital si sigue dependiendo del poder que les sustenta. Por eso es necesaria una ley de prensa, de medios, donde se financie esta necesaria profesión (debería estar amparada en la Constitución a la altura de partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales) sin que dependa del poder inmediato, que logre independencia a la hora de informar y tener libertad de opinión para analizar, criticar y denunciar. Donde todos los lectores y oyentes puedan confiar que lo que leen y escuchan es verdad y no manipulación y activismo. Así hicieron con los sindicatos, los absorbió el poder político por nefastos dirigentes sindicales que se vendieron por su propio bienestar. Los periodistas y los sindicalistas, sin ser enemigos, nunca pueden ser amigos y colegas del poder. Ahora lo son si quieren ser y estar.

Algo tenemos que hacer, pero me temo que el poder está muy a gusto con medios cogidos por los cataplines. No les interesa críticos y quienes denuncien sus tropelías e indecencias. Llevamos varios años oyendo de esa ley, que si el Parlamento Europeo la está tramitando, pero no se ven avances y transparencia en este tema, así como en otros. En los anuncios por palabras se empezó por prohibir, no sé si recuerdan, pero el prohibir trae paralización y censura, trae retroceso y coacción hacia la libertad de cada cual a ser y hacer con su cuerpo y mente lo que le facilite la vida, lo que le venga en gana, si con ello no perjudica a terceras personas.

Los políticos actuales convirtieron la política en su propio harén, su propio bienestar. Así ocurre con la Sanidad, los empleados sanitarios la tienen a medida para sus intereses y sus familiares; ellos y sus familiares no tienen listas de espera. No son los culpables, pero también son quienes desde dentro saben el por qué hace 30 años funcionaba todo muy bien y ahora existen listas de espera escandalosas para todo. Les recuerdo que una sanidad tardía no es sanidad, es negligencia, es delito. Nos cuesta mucho dinero mantener este armatoste público para no funcionar en tiempo, manera y forma. Un especialista que tiene esperas de meses en la sanidad pública y si acudes a su privada te recibe al día siguiente abriendo puertas y ventanas luego en la pública es una corrupción encubierta permitida de la que todos hacen uso, con ello pervertimos y destruimos lo que pretendo denunciar y que todos saben. Tienen todo el derecho a su privada, pero me temo que aquí entre todos la matamos y ella sola se murió.

Aquí nadie, como en los medios, le interesa meter mano y ponerlo a funcionar como así funcionaba no hace mucho.

Gestionar, mandar y gobernar no está al alcance de cualquiera como nos quieren hacer ver estos políticos cargados de ineptitud y afán de mando. Se necesitan, además de preparación, cualidades y personalidad. No valen paridades y cremalleras para dirigir nada, se necesita mérito para estar arriba. Y esta reflexión nada tiene que ver con género, sexo, feminismo o machismo, es aplicar la lógica y la responsabilidad. Si queremos que algo funcione, dirigiendo deben estar los mejores, sean del sexo que sea.

Así estamos. Con buenismo, moralina y puritanismo no se gestiona nada. Hay que cumplir y hacer cumplir normas estrictas, o todos las tomaremos a cachondeo.

Díganme, ¿con qué autoridad Pedro Sánchez y su Gobierno pueden exigir el cumplir a los ciudadanos de a pie las leyes y normas que entre todos nos damos, cuando ellos se las saltan y regalan impunidad a delincuentes y corruptos a cambio de su propio poder? ¿Qué democracia es esa? Es más, esa amnistía será la destrucción de nuestra democracia si el Constitucional le diera validez. Va en contra de la igualdad de todos ante la ley, contra la separación de poderes y contra la Constitución.

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