Entradas populares

jueves, 15 de agosto de 2024

LA MUERTE ES MUY FAMILIAR.

 Deje que su hijo observe cómo se duerme su ser querido. Que lo vea en el ataúd... No temas que la muerte le afecte. No se lleve a su hijo durante momentos familiares difíciles. El niño debe vivir con la familia todos sus momentos, tanto de alegría como de tristeza, de éxito y de fracaso. De esa manera se sentirá más parte de ella, de esa manera será uno con ella, de esa manera amará más a su gente. En momentos de sufrimiento, los niños se apegan fuertemente a los adultos y los vínculos creados son más duraderos que antes. Paradójicamente, en los momentos de sufrimiento nos reunimos más que en los momentos de alegría, y entonces él puede conocer mejor a su familia extendida.

En el sufrimiento, la cercanía de los miembros de la familia fortalece a la familia.

No expongas a tu hijo solo a los placeres de la vida y solo a los momentos hermosos, porque cuando se enfrente a los problemas será débil e indefenso. Deja que la vida pase por él con toda ella, porque todas están sabiamente ordenadas por Dios.

La muerte es parte de la historia de nuestras vidas. Es lo único seguro en nuestra vida, lo demás son detalles. La muerte es una gran bendición dejada por Dios a las personas, porque es un cese de la vida vivida en pecado. La muerte, más concretamente el miedo a la muerte, pesa mucho en el comportamiento de cada persona de la sociedad. ¿Piensa cómo sería si nadie temiera el sufrimiento y la muerte? Habría caos entre nosotros y la violencia estaría mucho más presente.

La muerte nos hace más humanos, nos sensibiliza más, nos muestra el verdadero valor de la vida. La muerte nos enseña aquí a no apegarnos a nada, porque todo pasa. La muerte es el tamiz a través del cual se tamizan todas las cosas de la vida. Solo el amor entre las personas, solo nuestras relaciones, pasan más allá de la muerte. Nada material va más allá... La muerte es una certeza que te ayuda a fortalecerte en las incertidumbres que tienes sobre el más allá.

Si muere una madre deje que el bebé toque a su madre dormida. Para tener contacto con ella. Ese contacto le ayuda a comprender el misterio de la vida, alivia su sufrimiento. El contacto con la madre le ayuda a despedirse y a comprender el camino que ella siguió. No es la imagen de la persona dormida lo traumático, sino más traumática la desaparición inexplicable del ser amado. Es mucho más difícil dar más explicaciones sobre la partida de la madre que dejar que el niño sienta a su madre y vea su camino, la coloque en la tumba y siempre acuda a ella. Esta historia que vive viva y poderosamente completará su percepción de la realidad y lo madurará. Paradójicamente, al tocar al que duerme, recibimos poder para separarnos de él. Es como si nos desprendiéramos temporalmente de su apego... hasta encontrarnos nuevamente en el Reino de los Cielos.

Mantén al niño alejado de la muerte del ser amado y vivirá solo en recuerdos y fantasmas, en imaginación y sueños, en tormento y confusión. La muerte es una de las lecciones extraordinarias que Dios dejó en nuestras vidas. Es una de las grandes cátedras pedagógicas desde la que se nos enseña vívida y directamente el significado de la vida y la humanidad.

El funeral vuelve a estar lleno de palabras que nos recuerdan la vida eterna, la resurrección de Cristo, el sentido de nuestra vida en la tierra, el consuelo de Dios, los dones del Reino de los Cielos. El funeral limpia suavemente el sufrimiento del niño a través de las lágrimas y la Gracia de Dios y lo fortalece en la verdad de la fe.

La muerte de un ser querido debería ser una alegría para nosotros, especialmente si la persona que dormía vivía una vida limpia. La muerte finalmente le trae la entrada a la Vida, a los brazos cálidos y amorosos del Señor. La muerte es nacimiento en el cielo. La muerte por medio de Cristo es la resurrección eterna. Y si el ser querido vivió una vida menos limpia, enseñémosle a orar por él y a recordarlo siempre en la oración ante el Señor.

Enseñemos a nuestros hijos que los que duermen están vivos más allá, unos en el Cielo, otros en el Infierno, y es nuestro deber llevarlos a la Santa Liturgia ante el Señor y pedirle que perdone sus pecados, para que tenga misericordia por ellos.

Hablemos más a menudo con nuestros hijos sobre la muerte. Los cristianos hemos bautizado a nuestros hijos en la muerte de Cristo para que resuciten en Él. La muerte para nosotros los cristianos ya no da miedo, porque nuestro Dios la ha vencido y, si hemos cumplido los mandamientos del Señor, resucitaremos con Él a la vida eterna.

¡No prive a su hijo de las grandes lecciones de la vida! Que vea los rostros de los dormidos, que vaya a los funerales, que camine por el cementerio y que piense por sí mismo y comprenda lo que ve.

La muerte es el gran y último pedagogo de la vida del hombre en la tierra.

Cristo nuestro Maestro nos dice a todos:

"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida".

No hay comentarios: