EL ATRACO CIUDADANO.
La pendiente resbaladiza en que se ha convertido la política en nuestro país mete miedo por las repercusiones evidentes que está teniendo para los ciudadanos corrientes y el deterioro, más evidente aún, de las instituciones del Estado, sometido a subasta pública por personas sin escrúpulos.
A la rendición incondicional ante los partidos radicales e independentistas se unen el descaro, la estafa y la rapiña sin freno de "ilustres" servidores públicos, inmunes, por acción u omisión, a la acción de la justicia.
El penúltimo ejemplo de una lista cada vez más escandalosa lo tenemos en el todavía incipiente caso de las mascarillas, donde el exportero de discoteca, exasesor de Renfe y actual experto en mascarillas anticovid, el tal Koldo García, es capaz de montar un lucrativo chiringuito multimillonario en plena pandemia, delante de las narices de todo tipo de instituciones oficiales, sin filtro alguno que le ponga freno.
Sánchez, que dice no conocer a Koldo, parecía que hablaba de oídas cuando dedicaba esta "amorosa" loa al personaje: "Este guerrillero de grandes dimensiones físicas y corazón comprometido es un referente en la lucha contra las políticas de la derecha. Inagotable aizkolari, gigante de la militancia". ¿Sigue sin conocerle?
Ante el escándalo, salida en tromba de los hipotéticos damnificados. Eslogan del PSOE: "Tolerancia 0 contra los corruptos". El todavía presidente del Gobierno, contundente: "Hay que ser implacable, caiga quien caiga. El que la hace la paga". Ay, Dios...
Miras a tu alrededor, en el mundo tan convulso en el que nos movemos, y te encuentras con que la práctica totalidad de las estructuras institucionales occidentales está conformada por una gran camarilla criminal sin ley y sin escrúpulos que utiliza el poder del Estado para ocultar y proteger sus ganancias criminales, extorsionando, amenazando y asesinando, llegado el caso, a cualquiera que se interponga en su camino, urbi et orbi.
Al desarrollo de lo que es la "criminalización del Estado", hay que contemplar también la del sistema judicial con miras a defender la legitimidad de los "criminales" contemporáneos y que ocupan altos cargos.
Como soy intolerante a la mala educación y la falta de respeto, creo es una magnífica oportunidad para que el señor Ábalos, quien, por exigencias del guion, tiene que exponerse, aproveche para darnos una nueva versión, esta vez más creíble, sobre el chusco y fétido asunto, aún no aclarado, de las maletas de Delcy y sus ramificaciones.
Ábalos, contundente, dijo entonces: "He llegado a la política para quedarme y no me va a echar nadie", y nadie le echó.
Ábalos, seguro y confiado, dice hoy: "Ahora soy diputado, no ministro. No voy a dimitir".
Los días de libertad, democracia, honestidad e integridad quedaron atrás, y el futuro se presenta sombrío, con los tiranos autoritarios corruptos detentando todo el poder y los inanes ciudadanos tragando con todo.
Respecto a los saqueadores sin conciencia, me voy a repetir tantas veces como haga falta. A día de hoy, me conformo con que los que se hayan llevado el dinero ajeno (sin delitos de sangre) lo devuelvan íntegramente, más un 50% de recargo por estafadores, osados, jetas, chambones e insolidarios. Cumplido este requisito, sine qua non, ya pueden irse al pueblo de vacaciones a disfrutar de lo robado.
Cuando la mentira se convierte en verdad, no hay forma de retroceder. Visto el historial del señor Ábalos, me solidarizo con el señor Ábalos.
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