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miércoles, 20 de marzo de 2024

COMO LOCOS PARA AUTODESTRUCCIÓN.

 NORMAL EN MUNDO DE LOCOS

Yo no recuerdo escuchar hablar tanto de la amenaza de la guerra nuclear desde la crisis de los misiles en Cuba, que vino precedida del despliegue de los misiles nucleares de EE UU MGM-31 (Pershing I) en Turquía, en las mismas fronteras de la URSS, y en otros países de aquella OTAN. Ni siquiera cuando EE UU desplegó sus misiles nucleares Pershing II en Europa y Reagan patrocinó la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), popularmente conocida como “Guerra de las Galaxias”, que, en teoría, permitía asestar un primer golpe nuclear sin miedo a la respuesta, se habló tanto de la posible utilización de armamento atómico. Yo no estoy seguro que los dirigentes de EE UU y Europa de aquellos años fueran más profesionales y supieran más de estas cosas que los actuales, pero lo que tengo claro es que un exempleado de la Banca Rothschild (Macron), una verde muy gastiza en cremas y cuidados faciales con dinero público (Annalena Baerbock) o una jueza metida a ministra de Defensa (Margarita Robles) hablan de la guerra y de las armas con la alegría que hablan de fútbol los que no han tocado un balón en su vida. Pues bien, solo detrás de los dirigentes neonazis finlandeses y de las Repúblicas Bálticas, no por casualidad países que combatieron junto a Hitler en la Segunda Guerra Mundial, los personajes que he apuntado parecen los más belicosos de Europa. El presidente francés habla de enviar tropas a Ucrania, la ministra de Exteriores alemana presiona a los socialdemócratas para enviar misiles Taurus a Kiev (con 500 kilómetros de rango pueden alcanzar Moscú) y la ministra de Defensa de España, la más encantadora y entendida de todos, nos quiere meter miedo y nos dice que “no somos conscientes” de que los malvados rusos pueden tirarnos una bomba atómica encima que llegaría a nuestro país en pocos minutos. Si se hubieran cumplido las tres condiciones del referéndum OTAN, la Sra. Robles no tendría por qué estar preocupada, pero su compañero de partido y “gran estadista” Felipe González se pasó por la entrepierna aquellas condiciones. En fin, ya lo de “OTAN, de entrada no” tenía mucha guasa.

Yo no sé por qué están a todas horas diciéndonos que Putin nos amenaza con una guerra nuclear. Yo lo único que he escuchado al presidente ruso es decir que la doctrina nuclear de Rusia es usar solo armamento nuclear si su país, sus tropas o su soberanía se ven gravemente amenazadas. Si alguien teme que Rusia le tire una bomba atómica es, obviamente, porque piensa, o baraja, atacar a Rusia, o a sus tropas. En este caso, ¿quién amenaza a quién? Recordemos que Ucrania no es un país de la OTAN, ni de la UE. La cacareada contraofensiva ucraniana fue un estrepitoso fracaso y la arrasadora victoria de Putin en las elecciones no ha gustado en Occidente, o sea, por tanto, es buena para Rusia, solo faltaba a los dirigentes europeas que Rusia, que ya tiene en su poder el 27% de Ucrania, ganara la guerra. Después de echar la culpa de la inflación a Putin y de pasar de darle las llaves de la ciudad a condenarlo a los infiernos, que lo de Ucrania no saliera como planearon, desde el golpe de Estado del Maidán en mayo de 2014, sería un desastre y no podrían explicar los cientos de miles de muertos, los miles de millones invertidos y los seis millones de refugiados que hemos tenido que acoger. Rusia no va a atacar a ningún país de la OTAN, porque Putin no quiere la Tercera Guerra Mundial, precisamente por eso Rusia atacó a Ucrania, antes de que esta (su bajo vientre) entrara en la Alianza Atlántica y atacara Crimea. La gente se ha olvidado de que en enero de 2022 lo único que pedía Rusia eran garantías de seguridad, que Ucrania no entrara en la OTAN y una autonomía para las regiones del Donbás.

Yo he escuchado a personas, incluso en algún programa de televisión, decir que si hay que ir a una guerra nuclear contra Rusia por Ucrania, pues que se va. Eso es lo que pasa cuando eres tertuliano epidemiólogo, vulcanólogo y ucraniólogo y crees que sabes de todo. Hoy no se puede ganar una guerra nuclear. ¿Lo han entendido?

En el mundo hay cinco potencias nucleares que tienen asiento permanente y derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (sí, es una dictadura de la que se habla poco): EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia. A las que hay que sumar India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. No es baladí recordar que Pakistán es potencia nuclear gracias a EE UU, e Israel gracias a Francia, países que hablan mucho de la amenaza nuclear rusa y de lo pérfidos que son los iraníes si enriquecen el uranio demasiado. En misiles estratégicos con base en tierra (ICBM) y desplegados en submarinos (SLBM) hay miles de cabezas nucleares, cada una de ellas decenas o incluso centenares de veces más potente que la bomba lanzada sobre Hiroshima, pero hay muchas más como munición aerotransportada, de artillería, etc. En total hay bombas atómicas suficientes, no ya para destruir toda la Biosfera, para hacerlo decenas de veces. Se han hecho simulaciones por ordenador y se estima que en una guerra nuclear morirían unos 80 millones de personas en la primera media hora, 500 millones en las primeras dos horas y, finalmente moriría toda la Humanidad. Son muy optimistas los que dicen que una Cuarta Guerra Mundial sería con piedras. No solo terribles e inimaginables explosiones arrasarían las ciudades y sus habitantes, habría pavorosos incendios y las cenizas y el polvo cargados con mortíferos isótopos radiactivos serían llevados por el viento a todas partes. Todas las tierras y el agua quedarían contaminados y vendría a continuación un invierno nuclear mucho peor que el que hubo hace casi 66 millones de años. Los que se resguardaran en refugios nucleares, cuando se les acabara la comida y el agua, se encontrarían con un planeta muerto. Nadie sobreviviría. La opción en una guerra nuclear es morir al contado o en incómodos plazos, y créame, es mejor la primera opción.

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