Muere el teniente coronel herido en el tiroteo de Santovenia (Valladolid)
«Se nos ha ido uno de los más grandes», aseguran sus compañeros
Su estado, según confirmaron los médicos este lunes, era «irreversible»
Pedro Alfonso Casado, el teniente coronel de la Unidad Especial de Intervención (UEI) de la Guardia Civil que resultó herido grave en el tiroteo de Santovenia el pasado viernes, ha fallecido este martes en el hospital Clínico de Valladolid en el que permanecía ingresado después de recibir un disparo en la cabeza, según ha confirmado ABC. Su estado, según habían confirmado los médicos este lunes, era «irreversible». Pedro Alfonso Casado, de 50 años, sufrió el viernes heridas «incompatibles» con la vida al atravesarle una bala el casco mientras negociaba la entrega de Pablo S, alias «el Chiqui», que permaneció el viernes atrincherado durante 12 horas con un rehén en una vivienda de Santovenia (Valladolid). El Chiqui había asesinado horas antes a Dionisio, su amigo «de toda la vida», por una disputa entre familias causada por encontrar pinchadas las ruedas de su vehículo. Sus compañeros recibieron con tristeza su muerte: «Se nos ha ido uno de los más grandes», señalan.
«Se nos ha ido uno de los más grandes»
Pedro Alfonso Casado era considerado por sus amigos y compañeros como un líder nato, enérgico y entregado, un guardia civil de los que siempre llegan los primeros, de los que no se pierden una y se van los últimos. Natural de Vitoria, era lo que en el argot llaman un ‘operata’, un agente alérgico a los despachos y adicto a la adrenalina de las intervenciones más delicadas en las que lo que está en juego son vidas. Y malos que pueden escapar. Salió de la Academia de Zaragoza en 1998, al año siguiente entró en el GAR (los exigentes Grupos de Acción Rural, élite pura) y un año después aterrizó en el que es aún su destino: la UEI, la Unidad Especial de Intervención, más élite, o a la par. Tras 22 años en la unidad, Pedro Alfonso Casado había participado en asaltos a barcos cargados de droga, en entradas y registros a viviendas que cobijaban mafiosos; operaciones muy complicadas que habían salido siempre bien. Por eso, un coronel muy cercano a él lo describía como «un líder comprometido, un fuera de serie con un carácter tan afable que es único», mientras otro guardia civil remataba: «Gran compañero y como jefe siempre daba ejemplo. Hacía antes que nadie lo que quiere que hagan otros».
Pedro Alfonso era «un líder comprometido, un fuera de serie con un carácter tan afable que es único»
Es infrecuente una carrera completa en el mismo destino, uno –hay que insistir– de los más exigentes de la Guardia Civil. El agente Casado, ‘Perico’, como le llamaban todos los que le trataban, se ha desempeñado en la unidad como capitán, comandante y desde 2016 como teniente coronel al frente de la misma.
‘Hermanos’ del GEO de la Policía, ambas unidades se caracterizan por su carácter táctico y su exigencia física y psicológica al límite. La UEI está especializada en secuestros, toma de rehenes, contraterrorismo, detención de criminales especialmente violentos o peligrosos, motines y protección de personalidades. Con base en Valdemoro, antes de tener que enviar un equipo al incidente de Valladolid estuvieron desplegados en la cumbre de la OTAN, con algunos de sus francontiradores protegiendo el Palacio Real, por ejemplo. El diseño de ese operativo lleva el sello del teniente coronel. «Mientras pueda y me dejen yo sigo aquí», solía decir respecto a su entrega total a la UEI, que había moldeado a su imagen al cabo de tantos años. «Es su pasión, su vida y los suyos le adoran, pero como es un tipo tan humilde y tan bromista, alguien ajeno difícilmente lo situaría ahí, en la cúspide, en lo mejor del Cuerpo», cuenta un compañero suyo con el que ha compartido numerosas intervenciones delicadas.
Lágrimas por Perico
Desde el último guardia que sirvió con Pedro Alfonso Casado hasta el general retirado, todos lloran hoy a Perico. Sabían que era irreversible, pero ese conocimiento no le resta dolor a la tragedia. «Se ha ido uno de los más grandes. Se le ha mantenido estable para donar todos sus órganos. Hasta ese punto ha seguido sirviendo a España y salvando vidas», dice uno de sus compañeros a ABC.
«Perico fue un profesional extraordinario, valiente pero sensato, buen jefe y buen amigo de sus subordinados y, por supuesto, respetado por sus jefes», añade otro mando, ya en la retaguardia que trabajó muchas veces con él. Acompaña el mensaje con una bandera de España, un lazo negro y la silueta de un guardia con tricornio en posición de saludo.
La UEI, su unidad, donde se crio profesionalmente y a la que ha dedicado toda su vida, está más que de luto. Sus hombres, una piña, acostumbrados a que el peligro les ronde cerca y, a veces, incluso la muerte, están desolados. Nadie quiere hablar en público. Desde que supieron que el delincuente que disparó contra su jefe en Santovenia de Pisuerga (Valladolid) utilizó un rifle Mauser y traspasó el casco de Perico han vivido con angustia cada minuto.
El sábado surgió una cierta esperanza, tras operar al teniente coronel a vida o muerte cuando pareció estabilizarse su estado. Pero ya el domingo los médicos trasladaron a la familia que las lesiones eran incompatibles con la vida. Se le ha mantenido para poder donar sus órganos, como confirman sus amigos. Esta mañana se ha certificado su muerte.
Fuentes de la Guardia Civil explican que Pedro Alfonso, que era huérfano del Cuerpo, recibirá al menos la cruz roja por su muerte en acto de servicio. Pese a que la familia ha pedido discreción, se valora organizar un funeral oficial para que sus compañeros puedan despedirse de él, como es tradición.
Muchos le recuerdan hoy como el compañero entregado y entusiasta que era, el que primero llegaba, el que se presentaba voluntario, madrugaba más que nadie para entrenar y tenía una palabra cariñosa y una broma a punto. La mala suerte se cruzó en su camino en un servicio de los que había llevado a cabo decenas. Al otro lado de la puerta un delincuente cargado de antecedentes, con mono por su adicción a las drogas y un rifle de caza que tiró a matar.
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