Una colección de mensajes que serán subastados proximamente explican como el capitán del Mackay-Bennett (el barco que más cuerpos rescató tras el hundimiento) pudo arrojar a las aguas los cadáveres de las personas con billetes más baratos para poder devolver a puerto a los de primera y segunda clase.
A pesar de que han pasado más de 100 años desde la tragedia, la leyenda del «Titanic» sigue navegando por nuestras mentes. El accidente que el 14 de abril de 1912 le llevó hasta el fondo del Atlántico no fue el más trágico de la Historia (aunque murieron unas 1.500 personas), pero sí logró impactar de tal forma a la sociedad que, a día de hoy, toda información que salga a la luz sobre él sigue atrayendo nuestra atención.
Si hace unos meses la teoría de que el «Titanic» pudo haberse hundido por culpa de un incendio trajo de cabeza a expertos en navegación e historiadores, en este caso los focos de la actualidad se han centrado sobre el capitán del «Mackay Bennett» (un pequeño navío que, del 17 al 24 de abril, rescató de las aguas los restos de unos 300 pasajeros fallecidos).
Según ha desvelado el diario «Daily Mail» en su edición digital, ha sido descubierta una colección entera de telegramas en los que este oficial dejó clara su intención de arrojar al mar los cadáveres de los pasajeros más pobres y dejar en el navío, por el contrario, a los de primera y segunda clase. Al parecer, el capitán vio superada la capacidad de su pequeño buque rápidamente y, ante la disyuntiva, prefirió dar a los más pobres un «entierro marítimo».
La actuación del «Mackay Bennet»
Tal y como explica Jorge Olier en su popular obra «La historia del Titanic y los grandes transatlánticos», las labores de rescate no solo fueron protagonizadas por el «Carpathia» (el navío más cercano a la tragedia y el primero en llegar al lugar de los hechos). Por el contrario, otros tantos buques arribaron a la zona en las jornadas siguientes una serie de bajeles dispuestos a buscar supervivientes (algo sumamente difícil debido a las bajas temperaturas del agua) y a rescatar todos aquellos cadáveres que pudieran.
«Del millar y medio de fallecidos, sólo se recuperaron del mar 328 cadáveres. En barco que más cuerpos rescató fue el “Mackay Bennet”, que recogió trescientos siete cadáveres entre los días 17 y 24 de abril», señala el experto. Los autores de «Los diez del Titanic» son partidarios también de estas cifras en su obra. Aunque ellos describen pormenorizadamente cómo fueron las aciagas jornadas a las que tuvieron que hacer frente los marineros del bajel en mitad del Atlántico: «Tan lejos como alcanzaba la vista, el mar estaba lleno de seres humanos atrapados por la letal hipotermia», determinan.
El «Mackay Bennett», por ejemplo, fue el bajel que rescató los cadáveres de tres de los ocho miembros de la orquesta del «Titanic» (el viola Jhon Clarke, el violinista John Hume y el director de la banda, Wallace Hartley). También sobre él acabaron, por ejemplo, otros tantos cuerpos como del español Servando Ovies (uno de nuestros paisanos que viajaba en el «Buque de los sueños»).
El descubrimiento
Hasta ahora, esto era todo lo que se sabía de la actuación del barco. Sin embargo, una serie de telegramas enviados (en su mayoría) por el capitán del «Mackay Bennett», Frederick Larnder, acaban de desvelar que este oficial solicitó tirar por la borda del bajel los cadáveres de los pasajeros más pobres. La razón fue, según dejó por escrito, que su barco carecía del espacio suficiente para devolver a todos los fallecidos a puerto. Por ello, registró los cuerpos sin vida y, atendiendo a su clase social, pidió que le dejasen tomar la decisión.
En palabras del diario británico, los telegramas fueron enviados a los responsables de la White Star Line, la compañía naviera que operaba el «Titanic». Estas órdenes quedan claras en 181 telegramas que han sido descubiertos más de un siglo después de la tragedia.
Los documentos fueron guardados por un exempleado de la Cunard Line, la cual compró a la White Star aprovechando las dificultades económicas que esta atravesaba en 1934. De él pasaron a su hija quien, a su vez, se los cedió al historiador experto en el «Titanic» Charles Haas, quien se ha ocupado de restaurarlos durante más de treinta años. Ahora, serán subastados.
«La colección desarrolla con gran detalle lo difícil que fue el proceso de salvamento de los cuerpos. Los marineros dejan patente un sincero estrés en los mensajes», explica al «Daily Mail» Hass, de 69 años.
A su vez, el experto afirma que los muertos fueron minuciosamente registrados por los marineros en busca de su billete o cualquier pertenencia que atestiguara si eran ricos o no. Después de ello, 116 cuerpos fueron arrojados a las gélidas aguas. ¿Por qué no se había sospechado hasta ahora de ello? Porque, oficialmente, lo que se hizo fue tirar a la tripulación del «Titanic», algo habitual y llamado también «entierro marítimo».
Mensajes destacados
Entre los telegramas más destacados se puede ver uno en el que, desde el puerto de Halifax, en Canadá, se insta al capitán a que lleve a puerto todos los cadáveres que pueda. «Es absolutamente necesario que traiga todos los cuerpos que pueda acomodar». La respuesta del marino es la siguiente: «Se ha hecho un registro cuidadoso de todos los papeles de dinero y objetos de valor encontrados en los cuerpos. ¿No sería mejor enterrar los cuerpos en el mar a menos que los parientes pidieran específicamente preservarlos?».
En palabras del especialista Andrew Aldridge, todo indica que los cadáveres fueron arrojados al mar casi con total seguridad, algo que él, particularmente, entiende: «Creo que los telegramas se enviaron pensando que serían privados, aunque ahora vemos los telegramas desde la perspectiva de 2017. El mundo era un lugar muy diferente en 1912. Había una estructura de clase que hacía que siempre se diera prioridad a una persona rica sobre un pobre, estuviera vivo o muerto».
En los mensajes posteriores se ve también el enorme estrés que sufrieron los empleados de la White Star que estaban en tierra. Estos, tuvieron que procesar tantos cadáveres y mensajes, que enviaron lo siguiente: «La oficina de Halifax tiene un colapso total esta noche. Por favor, informad a la oficina de Nueva York que no se podrá realizar ningún trabajo mañana. Tendremos que dejar de lado el envío de respuestas hasta que no hayamos descansado».
ES LA MALDICIÓN DE LOS POBRES, SÓLO LES QUEDA EL CONSUELO DEL PARAÍSO O EL CIELO A SU MUERTE, PORQUE LO QUE ES EN LA VIDA SON TODO CALAMIDADES, PERO ESO DEL OTRO MUNDO ESTÁ APOR VER, EN CAMBIO LOS RICOS SIEMPRE LLEVAN POR DELANTE LA VENTAJA DE VIVIR MUY BIEN PARA EL OTRO MUNDO, POR SI ACASO.
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