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martes, 25 de noviembre de 2025

PEDRO QUIERE MAS.

 Nos jugamos demasiado como para andar con eufemismos. Tratar una sentencia judicial como si fuera "de color judicial" es, sencillamente, intolerable. ¿Cómo le suena eso a cualquiera que entienda mínimamente lo que es un Estado de Derecho? A propaganda. A manipulación. A un intento de deslegitimar el poder judicial porque no dicta lo que conviene políticamente.

Y lo grave es que todo esto no son hechos aislados: todo gira en torno a un solo nombre.

Con Pedro Sánchez estaban los tres cargos de confianza investigados en el Peugeot.

Con él estaba el fiscal general del Estado ahora condenado.

Con él están los que hoy ponen en duda a los jueces, las sentencias y la independencia judicial.

Con él empezó esta deriva y con él continúa cada día.

No se puede controlar, despreciar o desautorizar al poder judicial sin destruir los cimientos de la democracia. No se puede tratar la corrupción de los propios como una anécdota y al mismo tiempo pedir cabezas cuando es de los otros. No se puede convertir en héroes a los amigos condenados y en villanos a los jueces que aplican la ley.

Lo que vimos tras la sentencia del FGE lo demuestra: manifestaciones improvisadas, políticos y medios afines al Gobierno señalando al tribunal antes de leer una sola línea del fallo. Eso no es pluralismo ni crítica constructiva: eso es guerracivilismo disfrazado de justicia, un peligro real para cualquier sociedad que quiera vivir en libertad.

Y lo más grotesco: quienes fomentan este ambiente de tensión, presión y descrédito institucional son precisamente los que repiten la palabra "fascista" como si así limpiaran sus propias prácticas autoritarias.

Sin separación de poderes no hay democracia. Sin respeto a la justicia no hay garantías. Y sin límites al poder político, lo único que queda es un líder, un relato y una sociedad sometida.

Todo lo que está ocurriendo tiene un hilo conductor. Y ese hilo lleva un nombre: Pedro Sánchez.

Anexo:

No me callaré. Me silenciarán. La censura nos empequeñece. Mirar hacia otro lado mientras nuestra sanidad pública se degrada, nuestro poder adquisitivo disminuye, la cesta de la compra se dispara, la vivienda se vuelve inalcanzable y los salarios y pensiones no alcanzan, es un acto de complicidad con la injusticia. Se pisotea la igualdad ante la ley y la separación de poderes. El fiscal obedece y delinque; la corrupción le rodea; parte de la prensa, fiscales e incluso jueces le apoyan. Todo huele muy mal. Recuerden: la guayabera ya se la puso.

Con Pedro al frente, la deriva continúa en todos los frentes. Es hora de ponerse el mono de trabajo: no callar aunque nos llamen pesados, no disimular. Quiere controlar el poder judicial y lo devalúa; y sin tribunales de justicia, solo queda él, el "ser supremo" que marcará el rumbo de un pueblo callado y silenciado.

Llevamos meses avisando. Si seguimos esperando, será demasiado tarde. Es hora de exigir responsabilidad. Hablar de un "golpe judicial" por una sentencia que ni siquiera han leído... ¿qué es eso sino guerracivilismo, manipulación y desinformación pura?

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