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lunes, 3 de noviembre de 2025

LA SANIDAD PUBLICA DESTRUIDA.

 Comenzaremos hablado de médicos cirujanos en Asturias (cada vez más necesarios, por cierto, como todos los demás sanitarios en nuestra tierrina). Es costumbre que, tras la graduación en el HUCA de los residentes de cirugía general, los que les suceden (R5) les organicen una cena homenaje de despedida, donde todo el Servicio de Cirugía, con su jefa a la cabeza, asiste (adjuntos, enfermeras, colegas de otros hospitales...). Para la promoción 2025, el evento fue reservado (en abril) para llevarse a cabo en septiembre, en un conocido restaurante de Oviedo fácil de identificar: ubicado a tres minutos escasos de la Catedral, que exhibe en sus vitrinas monstruosos ejemplos de chuletones y entrecots frescos. Tal reserva fue confirmada el 16 de julio. A mediados de agosto se acuerda la fecha definitiva del homenaje para el 3 de octubre. Ningún problema. Así se cerró el compromiso para atender a 45 comensales. Ya sabían que, para tal fecha, el restaurante atendería simultáneamente otro evento de la Universidad de Oviedo, para lo cual dividirían su local en dos reservados a tal fin.

Hasta aquí todo bien. Pero apenas veinticuatro horas antes de la prevista cena, los organizadores de la misma reciben la comunicación por parte de ese conocidísimo y reputadísimo restaurante de que esa reserva tiene que ser cancelada. Tal cual. Sin explicación alguna. Sin alternativa alguna. Por la cara. Imaginen la perplejidad y, sobre todo, la frustración en todos los asistentes. Que se vayan a Colloto, sugirieron frente al inmenso mosqueo (¿por qué no a Burgos, o a Mota del Cuervo?). Que se buscasen la vida, vamos.

¿Y cuál fue la razón de tal misterioso y confidencial silencio, de esa decisión miserable? Ninguna que pudiesen defender medianamente valientes. Nada. Que se anulaba la reserva. Fue todo. Se rumorea que fue debida a la perentoria necesidad (¿sobrevenida tan súbitamente?) de atender a un par de juntas directivas de equipos de fútbol (¡vaya mérito!) para cenar tal viernes en vísperas de un match (como gustan decir) suponemos que no tan improvisado. Imagino que podrá investigarse. En cualquier caso, fuese cual fuese la razón, frente a toda prevalencia protocolaria estaría clara la decisión: los cirujanos, a la calle.

Aviso entonces para caminantes: atención, pues, a cualquier reserva que hagan en ese local, da igual con qué antelación pueda ser hecha, da igual con qué propósito, qué tipo de celebración se pretenda llevar allí a cabo. De nuevo podría repetirse la historia, pues si por Vetusta (glorioso Clarín) apareciesen nuevos reyezuelos (verbigracia: concursantes de "Gran Hermano", ganadores o papeadores de "Máster Chef", cualquier cuadrilla de rejoneadores extraviados, políticos de corbatas ladeadas y pésima elegancia, juntas directivas de pateabalones, etcétera, convencidísimos merecedores todos ellos de entregadísimas pleitesías ciudadanas solo por arrastrar méritos televisivos cuasianalfabetos y provincianas oratorias tartajas plagadas de muletillas y latiguillos), es probable que anulen sus reservas por la cara (no nos extrañaría que incluso in situ, ya instalados), sin explicación alguna, para ceder esos asientos a los mencionados preclaros individuos, seres cuya apreciación culinaria se mide por los kilogramos de bistecazos engullidos y los hectolitros de vinazo pimplados en tal deglución. Eso sí, tales caballeros y sus señoritas o señoras bien desearán al mejor médico, al mejor cirujano que pueda atenderles con celeridad, casi suplicantes, en caso de urgente necesidad. Entonces sí saldrían corriendo a la calle para ceder implorantes sus sillas usurpadas a quienes puedan salvarles la vida, no solo a ellos, sino también a los responsables del local, esos mismos que decidieron que se buscasen la vida y les enviaron a cenar (recordemos: se trataba de 45 comensales) a cualquier otro sitio. Magnífico ejemplo para toda la ciudadanía, sobre todo para niños, niñas y adolescentes. Que en el futuro no harán falta médicos, mejor ser directivo de fútbol de lesa categoría, estrella moribunda de realyties, o cualquier otra agónica bazofia ejemplarizante.

Cuando menos, hay que ser fieles a los acuerdos adquiridos. Que nadie hable de daños por estas líneas, el daño se lo han infringido ellos mismos a sí mismos. A ver cómo lo reparan. Que nadie vuelva a fiarse de ninguna reserva hecha con más o menos antelación en ese local de nulo compromiso con los clientes, mudos de disculpa alguna pero sí reverencialmente serviles frente a todo oropel efímero. CC. Tal vez KK, escribirán sus nuevas generaciones admirativas, eternamente ágrafas por mimetismo mediático.

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