Es muy difícil de entender para la mayoría que nuestro Gobierno haga la vista gorda y oídos sordos ante la desesperación y abandono de los damnificados de la dana en Valencia (2024), la desesperación y abandono de los damnificados del volcán en La Palma (2021), o la desesperación y abandono de los damnificados del terremoto en Lorca (2011); ni que decir tiene la desesperación y abandono de los enfermos de la ELA o, por los antecedentes, el futuro negrísimo de los damnificados de los incendios del noroeste de España, básicamente.
Mucho menos entendible si echamos una ojeada al BOE de hace unas fechas, por el que se constata que el Consejo de Ministros se afana en encontrar proyectos por el mundo a los que subvencionar (recientemente 79 millones para Panamá, otros 79 millones para financiar un proyecto en la República de Honduras, o 50 millones para la República islámica de Mauritania para financiar el Proyecto de desarrollo y resiliencia del Valle del río Senegal).
Sin perder de vista que a día de hoy, según asegura Funcas, el crecimiento económico no ha servido para recuperar "el nivel previo a la pandemia", constatando que la triste realidad económica del Gobierno: España es el 5º país con mayor "pobreza severa" de Europa. Muy difícil de entender, ya digo.
En nuestras circunstancias actuales, el Gobierno tendrá que abordar el excesivo gasto si no queremos incurrir en impago: empezar por recortar todos los gastos de "lujo" y abordar el exceso de gasto estructural en seguridad social y pensiones. Recuerden a Zapatero en 2010.
Como saben, solo hay tres salidas a un problema de deuda: austeridad, crecimiento y suspensión de pagos. Algunos también añadirían la inflación a esta lista.
Los inversores exigirían tipos de interés más altos para compensarla, dejando al Gobierno en la misma o peor situación que antes, porque a medida que suben los impuestos, menos empresas invierten y las personas consumimos menos.
Ahora que el iceberg ha impactado de lleno, seguirán redactando leyes sobre la sostenibilidad de las tumbonas mientras el Titanic se hunde. Al final, nos hundiremos y lo haremos tirando por la borda el trabajo de toda una vida.
Sí, pero ¿cómo protegernos? A menos que tengamos un castillo con foso donde podamos acumular oro físico y permitirnos un pequeño pero selecto ejército de hambrientos y agresivos caimanes para proteger nuestra fortaleza, ¿cómo podemos asegurarnos de que todo lo conseguido sea invulnerable a los ataques del gobierno de turno?
Zapatero nos enseñó durante su gobierno, que debíamos dejar de jugar con las ideas de la izquierda, no funcionan.
Sabemos cómo hacer crecer una economía, pero esta gente juega con la ideología más fallida de la historia: el socialismo.
Todos sabían que el partido "progresista" fracasaría, porque eso es lo que siempre hacen: fracasan. Ya ni siquiera es su culpa, simplemente nacieron así. Deberían estar en educación especial, no en el Gobierno.
A primera vista, parecen políticos solventes, pero al examinarlos más de cerca, se revelan estructuralmente huecos, metodológicamente defectuosos, históricamente irresponsables y filosóficamente inservibles. Estoy cabreado.
Como dijo Margaret Thatcher "El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero... de los demás".
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