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viernes, 5 de septiembre de 2025

TODO NO PUEDE SER POLÍTICA.

 Los ciclistas de la Vuelta a España no deciden políticas ni administran gobiernos. Y, sin embargo, hoy son atacados, boicoteados y amenazados por conflictos que no eligieron. Que un deportista sufra por decisiones ajenas no es injusto: es absurdo y peligroso. Mezclar política y deporte convierte héroes en peones y competencias internacionales en campos de confrontación.

La historia nos ofrece lecciones que nunca debemos olvidar. En Múnich 1972, el terrorismo irrumpió en los Juegos Olímpicos y asesinó a deportistas inocentes. No fue solo una tragedia: fue un recordatorio brutal de que la política, cuando invade el deporte, puede matar. En 1980 y 1984, boicots políticos durante la "guerra fría" dejaron a atletas sin competir, anulando años de esfuerzo y sacrificio. Cada vez que la política se cuela en el deporte, alguien pierde, alguien sufre y la esencia misma de la competición se degrada.

En la Vuelta, la mayor protesta se produjo en el País Vasco, una región que durante décadas conoció la crueldad más despiadada: tiros por la espalda, bombas lapa, atentados en supermercados y cuarteles, víctimas inocentes asesinadas sin piedad. Señoras y señores, un mínimo de ecuanimidad es indispensable. El deporte tiene el poder de unir. Lo que ustedes hacen es dividir. Enfrentar. Poner vidas en riesgo.

No se trata de negar causas justas ni de prohibir la protesta. Se trata de saber dónde y cómo protestar, sin convertir a los atletas en peones de conflictos que no eligieron. Cada interrupción, cada boicot, cada amenaza, convierte un escenario de esfuerzo y excelencia en un tablero de tensiones externas. Eso no es activismo: es irresponsabilidad.

El deporte no debe ser rehén. La Vuelta, cualquier competición internacional, debería ser un espacio seguro, neutral, de talento y esfuerzo humano. Allí, todos los ciclistas compiten bajo las mismas reglas, enfrentando solo la resistencia del terreno y de sí mismos. Todo lo que altere eso traiciona la esencia del deporte y mancilla a quienes inspiran millones con su entrega.

Apoyar causas justas no puede significar atacar a quienes solo quieren pedalear, correr o competir. El deporte une. Ustedes separan. Mientras esto siga ocurriendo, todos perdemos. Y eso es algo que no podemos permitir.

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