Sin duda, este tema está ganando cada vez más relevancia en el debate actual.
Se le está dando mucha visibilidad, lo que refleja que la inteligencia artificial (IA) tiene un impacto y una curiosidad muy alta en distintos ámbitos.
Ahora bien, vamos a la cuestión que se plantea, ¿qué pasa con la salud mental? ¿Puede una aplicación ayudarnos a luchar contra los problemas del sueño, cuando en muchos casos el causante de estos es el abuso de la tecnología? (Reyes, 2018). ¿Pueden los smartphones colaborar a combatir el aislamiento social mientras paradójicamente las redes sociales nos adentran más en este sentimiento y deterioran nuestros vínculos más cercanos? (García et al., 2008). ¿O acaso mejorar los problemas de autocontrol, cuando las personas con falta de este presentan mayor dificultad para inhibir la necesidad de coger sus dispositivos electrónicos, incluso cuando no sea el momento apropiado o esté prohibido utilizar el aparato en ese lugar, dificultando así la desconexión digital? (Bianchi y Phillips, 2005; Jones, 2014).
El uso constante de los teléfonos móviles incrementa los niveles de estrés e induce comportamientos compulsivos, convirtiendo al fenómeno del phubbing (acción de ignorar a las personas del entorno concentrándose en el uso de dispositivos móviles) en una consecuencia directa del uso problemático de estos (Álvarez y De la Villa, 2020).
En definitiva, está claro que en una sesión presencial nunca se te va a cortar la llamada, no te vas a quedar sin conexión y tampoco se te acabará la batería.
Por su puesto que la alianza terapéutica es una variable muy importante a tener en cuenta, pero es obvio que también hay que pensar en las consecuencias que pueden surgir a largo plazo por el uso excesivo de este método y su generalización a todas las partes y ámbitos de la persona. ¿Dónde quedan esos ratos de intimidad cara a cara?, ¿el apretón de manos?, ¿ese abrazo emocional después de un logro terapéutico?
En este sentido, y planteando una última cuestión que va en la misma línea, ¿para qué vamos a continuar formándonos si un robot ya hace el trabajo por nosotros? Nos proporciona todos los contenidos y los conocimientos. ¿Deberíamos estudiar todos informática ya que se presupone que es el futuro? ¿A que no tiene mucha lógica esta pregunta? Al final, queramos o no, el factor humano siempre va a ser necesario y siempre va a estar presente.
La intención no es demonizar la tecnología ni mucho menos, incluso se muestra como facilitadora de muchos aspectos y optimización de esfuerzos, pero no cabe duda que el contacto humano cara a cara nunca se podrá suplementar por una pantalla.
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