DESDE AHI PARTE LA FELICIDAD.
A lo largo de la historia, de los años, si miramos hacia atrás -todos y todas- hemos cometido dejémoslo en imprudencias o torpezas.
Somos imperfectos y, como tales, nos tenemos que perdonar a nosotros mismos para aprender a perdonar a los demás.
No es bueno recordarnos tanto lo vivido.
"Solo yo puedo juzgarme. Yo sé mi pasado, yo sé el motivo de mis opciones, yo sé lo que tengo dentro. El daño que me han hecho, el que pude hacer. Yo sé cuánto he sufrido, yo sé lo que es ser fuerte y frágil, yo y nadie más" (Oscar Wilde).
Añadamos: Aprendamos a perdonarnos a nosotros mismos. Todos sin excepción somos imperfectos. Yo sé lo que me han tentado, yo sé el daño causado y el que me hicieron. Nadie más.
¿Quién no cometió en su vida alguna equivocación de comportamiento, alguna insensatez o estupidez, quién no hizo daño sin querer o incluso queriendo? Todos hemos sido pasto de nuestra imperfección alguna vez.
No se coman el tarro. Perdónense a sí mismos y perdonen a los demás. Serán más felices.
Dios nos hizo y quiso así de débiles, incompletos e imprudentes.
Sean ecuánimes a la hora de juzgarse y juzgar a los demás.
La vida se compone de circunstancias en cada momento, tiempo y lugar muy alejadas de la perfección de cualquier razonamiento posterior
No hay comentarios:
Publicar un comentario